PROFECÍA PASTORAL RPJ 562Descarga aquí el artículo en PDF
Enrique Fraga
Escribiendo estas líneas corro el riesgo de quedarme en el escándalo, señalar la viga en el ojo ajeno y hacer una crítica poco constructiva; así que voy a intentar, siguiendo la estela de los profetas, que este artículo contenga tanto anuncio de una realidad alternativa como denuncia. Si no es desde la esperanza no hay cabida para el Dios de la resurrección.
Si no es desde la esperanza no hay cabida para el Dios de la resurrección
Las raíces
¿Qué es la pastoral? Etimológicamente la atención del rebaño. Traído a nuestro contexto podríamos pensar en todas las acciones que hacemos para extender la Buena Noticia de Jesús de Nazaret, la alegría que trae a nuestras vidas y compartirla con quienes quieren conocerla. La pastoral, aunque pueda haber perdido las siguientes cualidades durante décadas o siglos, se basa en el cuidado, la atención, la mirada tierna hacia la necesidad del prójimo y al que le ofrecemos nuestro mayor tesoro: Dios, que es buena noticia.
La pastoral juvenil es esto mismo, solo añade unos destinatarios particulares: los niños y las jóvenes. Por tanto, en nuestro imaginario, pensar en pastoral juvenil debería traer a la cabeza: entornos seguros, promoción de la persona, espacios de crecimiento, liberación de las presiones sociales, búsqueda de sentido y de felicidad, nacimiento de fraternidad, concordia, armonía, paz, cuidado, ternura. ¿Es esto lo que de verdad hallamos y lo que ofrecemos a las niñas y los jóvenes? Posiblemente no siempre. Supongo que a nadie le es ajeno que en la organización propia y necesaria para la acción pastoral surge muchas veces el conflicto (totalmente inherente a la naturaleza humana) fruto del egocentrismo, del afán de poder, de la poca escucha, de los malentendidos, de la falta de transparencia y comunicación, de la intolerancia, del individualismo, etc. Y hacen que la pastoral, que debería ser signo del Reino para la humanidad, se pueda convertir en un auténtico infierno para aquellos a los que debería atender y cuidar. El conflicto puede ser inevitable, pero está en nuestras manos lograr acotarlo y gestionarlo adecuadamente para evitar todo el daño posible y que de verdad nuestra pastoral sea signo de fraternidad.
Liderazgos, una oportunidad… ¿perdida?
Denuncia
La pastoral juvenil ofrece un espacio de no solo acción juvenil sino de protagonismo juvenil. Ese protagonismo puede ser ejercido a muchos niveles. Y, como nos animaba el papa Francisco hace ya años: «Los mejores evangelizadores de los jóvenes son otros jóvenes». La pastoral tiene un componente fundamental de testimonio, y este, cuando es cercano y auténtico logra mucho más que cuando es perfecto, idealizado, irreal y lejano. Hay que hacerse prójimos para poder dar un testimonio que cale en la vida del otro. Muchas pastorales caen en manos de líderes autocráticos, en muchas ocasiones perpetuados mucho más allá de su juventud tardía y con poca apertura al cambio, a las voces alternativas y, en definitiva, a dejar que el espíritu se manifieste desde la base de personas que conforman la pastoral.
Te propongo que te plantees conmigo algunas preguntas:
- ¿Quién o quiénes coordinan o animan tu pastoral?
- ¿Funcionan como equipo o se dan liderazgos autoritarios?
- ¿Esa o esas personas están abiertas a la escucha y a la crítica?
- ¿Cuál es su misión más relevante? ¿Cuidar, impulsar, animar, emancipar a los agentes de pastoral?
- ¿Cómo se elige a esas personas?
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La pastoral debería ser, en cierto modo, reflejo de la Iglesia, que es Pueblo de Dios en camino. Está llamada a escuchar y respetar a todos sus miembros, desde las agentes a las participantes; a la horizontalidad, a cuidarlas y a atenderlas.
La vocación de líder debería ser cuidada y promovida con atención y cariño.
La vocación de líder debería ser cuidada y promovida con atención y cariño. Y, sobre todo, entendida como un servicio hacia los demás. De modo que huya de personalismos y egocentrismos dejando en el centro a Dios y oriente los recursos materiales y humanos a hacer visible el Reino de Dios, educando y creando fraternidad. La animación y liderazgo que nuestra pastoral necesita son aquellos en los que estas personas ponen su tiempo generosamente a disposición de los demás, para atenderles y velar por ellos; en los que la mayor recompensa son las sonrisas y en los que el poder y su búsqueda no se cuelan por ningún resquicio. Es un liderazgo a la escucha de lo que todos piensan y sienten y que sabe apartarse llegado el momento para dejar cabida a nuevas voces y nuevas fuerzas. Es transparente, dialoga las decisiones, escucha los ecos de los demás tomándolos en consideración. No deja espacio a los secretos ni a las acciones a escondidas, sino que explica pedagógicamente y con apertura lo que se discierne, evitando los chismes y murmuraciones.
La uniformidad es la enemiga de la diversidad
Denuncia
La pastoral se organiza habitualmente mediante proyectos, estos documentos marco permiten establecer cuáles son los objetivos de nuestra pastoral, poner los medios para alcanzarlos en el contexto en el que se desarrolla nuestra acción y darnos medios para evaluar y mejorar. Tener un proyecto sólido y que respetemos es esencial para caminar con un rumbo, si no sería como irnos al bosque sin brújula y sin mapa, estaríamos perdidos y fácilmente podríamos acabar donde no nos gustaría, por no saber si quiera dónde sí queríamos terminar. En el otro extremo existe el gran riesgo de convertirnos en estructuras que solo buscan completar checklists, cerradas a la novedad y al soplo del Espíritu. Tanto nuestros destinatarios como nuestros agentes son diversos, reflejo de una pastoral que es y debe ser plural. No podemos, por tanto, tratar a todos uniformemente, como si tuvieran las mismas necesidades, anhelos y carencias. Eso es lo que ocurre cuando dejamos que los criterios y las normas sean la máxima de nuestra pastoral, dejando a las personas en los márgenes. Una pastoral farisea no es la pastoral de Jesús.
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La pastoral necesita combinar sabiamente la adhesión a un proyecto con la sublime atención a las diferentes necesidades de las personas a las que se dirige, poniendo como prioridad a la propia persona y su necesidad y anteponiéndola a normas y criterios. Así, nos debemos guiar de forma general con nuestro proyecto y criterios, pero sabiendo ver y reconocer la necesidad de aquellos que debemos cuidar para adecuar y adaptar flexiblemente nuestras normas y nuestra acción para respetar profundamente su individualidad. Esto es posible, pero requiere de esfuerzos adicionales. En primer lugar, observar y reconocer las necesidades individuales. En segundo lugar, la audacia para no tratar a todos por igual sino desde la equidad. Y, en tercer lugar, la pedagogía de enseñar que esto es así no por capricho nuestro, ni por favoritismos; sino porque Dios es de todos, pero, sobre todo, de los que más lo necesitan y, nosotros, de igual modo estamos para todos, pero especialmente para el que tiene mayor necesidad. Esta será una pastoral buena pastora, que es capaz de dejar al rebaño para ir al encuentro de la oveja perdida, esa que se ha quedado sin compañeros de su edad, esa que tiene más dificultades en el colegio o en casa, esa que tiene peor conducta por tener una vida más complicada, etc.
Estamos para todos, pero especialmente para el que tiene mayor necesidad
Una pastoral auténtica será coherente
Denuncia
Desde el anuncio pastoral deberíamos cuidar la dimensión económica y, desde una visión de la ecología integral, el cuidado de la casa común, que es de todas. Me duele ver cómo educamos en el cuidado del medio ambiente, en el uso responsable de los recursos, en la austeridad y después somos los primeros en no hacer nada de esto. ¿Cuánto merchandising acabará tirado a la basura u olvidado en una esquina sin uso? ¿Cuántos recursos económicos son necesarios para ello? ¿No podrían emplearse en obras sociales? Y, ¿cuántos residuos y basura generamos con objetos que acaban olvidados o desechados? Si la forma de cuidar de la pastoral es mediante regalos materiales con dudoso uso, debería revisar sus cimientos, y velar por un cuidado que atienda a la persona y a sus necesidades: con escucha, con tolerancia, con gratitud, con acompañamiento, con promoción de la persona.
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Una pastoral más coherente es posible, nuevamente depende de nosotros y de nuestro empeño por atender los pequeños detalles con los que caemos en la incoherencia.
- Una reducción del merchandising, que se sustituya por una mayor escucha, gratitud y atención personal. Conllevará un ahorro de recursos y de deshechos y un mejor cuidado de las personas.
- Austeridad en nuestras actividades, buscando un ahorro sensato, que evite el despilfarro y nos permita educar con el ejemplo.
- Dejar de lado la comodidad, en la medida en que sea operativo para favorecer el buen uso del dinero.
- Comprometer parte de nuestro ahorro con la colaboración en una obra social, de modo que veamos los frutos de nuestro compromiso y coherencia.
En realidad, la coherencia, la radicalidad evangélica, es la que vertebra una pastoral auténtica, una que sea verdaderamente signo del Reino y anuncio de fraternidad.
La coherencia, la radicalidad evangélica, es la que vertebra una pastoral auténtica.