PRIMAVERA DE UNA CIEGA – Joseph Perich

Joseph Perich

 Había un ciega sentada en la calle,  con una taza  y un pedazo de cartón, escrito con tinta negra, que decía: “POR FAVOR AYÚDAME. SOY CIEGA”.

 Un creativo de publicidad que pasaba frente a ella, se detuvo y observó que solo había unas pocas monedas en la taza. Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio la vuelta, tomó un rotulador negro que él llevaba y escribió otro anuncio. Volvió a poner el pedazo de cartón sobre los pies de la ciega y se fue.

 Por la tarde el publicista volvió a pasar frente a la ciega que pedía limosna; su taza estaba llena de billetes y monedas. La ciega reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él, el que reescribió su cartel y sobre todo, qué había escrito. El publicista le contestó: «Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras». Sonrió y siguió su camino.

El nuevo mensaje decía:

HOY ES PRIMAVERA Y NO PUEDO VERLA”

REFLEXIÓN:

Hay momentos en la vida que un muro inexpugnable te cierra el camino: una relación personal, una enfermedad, una contrariedad familiar o laboral… Si no podemos cambiarlo, pues cambiamos nuestra manera de verlo, pero bien lejos el resignarnos. A los 46 años el compositor alemán Ludwig van Beethoven perdió el oído. A pesar de esta grave discapacidad compuso gran parte de su obra.

Según un dicho oriental:«No expliques a otros los dolores de tu parto». «Enséñales al niño». En cada vivencia dolorosa que nos llegue debemos ser capaces de verla no como un acontecimiento estéril sino como una oportunidad fecunda.

Ahora recuerdo a un joven apuesto que, angustiado, se lanzó desde un cuarto piso por el hueco de una escalera, para quitarse la vida. Ahora, en su silla de ruedas, es la alegría de los que viven en una Residencia de un pueblo vecino. Nada extraño que nuestro Maestro, ante un ciego de nacimiento, descoloca a sus discípulos: «No ha sido por ningún pecado sino para que se manifiesten en él las obras de Dios» (Juan 9,3)

Tampoco podemos aceptar que el parto doloroso de la crisis mundial actual se convierta en un siniestro aborto, donde los más débiles paguen los platos rotos. En una nota, los obispos de Cataluña sobre la situación económica actual (5-5-09) afirman: «Será desde la austeridad y la solidaridad que podremos afrontar caminos de salida y de esperanza para los más afectados…». ¡Todos, manos a la obra! No aceptamos que haya un llanto como presagio de muerte, sino que sea el presagio de un renacimiento más fraterno».