Joseph Perich
A la vuelta del trabajo, el pequeño de la familia pregunta a su padre:
– Papá, ¿Cuánto ganas en una hora?
– Esto ni tú madre lo sabe. Pues, mira, gano 12 euros.
– ¿Me podrías dar tan solo la mitad?
– No me molestes más con preguntas que no te importan. Y, ¡déjame en paz que estoy cansado!
Ya de noche, su padre daba vueltas a la pregunta de su hijo. Para descargar su conciencia se acercó a su cama y le dijo:
– Aquí tienes el dinero que me has pedido.
– Gracias, papá.
El niño pone una mano debajo la almohada y saca otros seis euros.
– Mira, papá: ya he reunido el dinero que me faltaba. Te ofrezco estos doce euros. ¿Me podrías vender una hora de tu tiempo?
REFLEXIÓN:
¡“El tiempo es oro” pero no “dinero”!
“El tiempo es oro”… si somos capaces de “perder el tiempo”, de “saber estar” gratuitamente al lado de la persona que espera sobre todo nuestra presencia. ¡Cuántos sacrificios en balde para conseguir “cosas” para los nuestros, cuando lo que esperan es que paremos el reloj o desconectemos el móvil y nos sentemos relajadamente a su lado!
Un botón de muestra lo tenemos en los padres que ahora empiezan la Catequesis Familiar con su hijo: el tiempo que dediquen al lado de su niño para que empiece a andar por la vida cristiana es la mejor inversión de su vida y de rebote para ellos.
Esta misma semana en nuestra Parroquia se inicia, con un grupo de voluntarios, un servicio de presencia para personas mayores o enfermas que necesitan compañía. Seguro que se harán realidad las palabras de Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir”. Lo mismo podríamos decir del tiempo que se dedica a la pareja, a los enfermos,…