Hoy damos la palabra a Carlos Galán Moreu, CSsR. Así se presenta: «Mi nombre es Carlos y soy misionero redentorista y sacerdote. Nací en Granada hace ya 31 años. Como religioso he pasado por varias ciudades de nuestro país y del extranjero, pero ahora vivo en Valencia desde hace tres años y este curso me estreno como párroco en las parroquias del barrio de Nazaret y del pueblo de La Punta».
Ser joven y tener fe: ¿cómo se conjuga en tu vida?
Tener fe ha aportado muchísimo a mi vida. Me ha ayudado a superar miedos y complejos, a salir de mí mismo, a ser más sensible y comprensivo con el sufrimiento del prójimo. Pero, además, mi juventud ha aportado también a mi fe mucha frescura, inconformismo, ilusión, sueños, ganas de cambiar las cosas…
¿Cómo llegaste a descubrir que la llamada de Dios para tu vida era ser religioso y sacerdote?
De manera natural. En los grupos de vida cristiana de los maristas y en casa, aprendí a relacionarme con Dios como si fuera mi mejor amigo. Siempre íbamos a misa a los redentoristas porque mi abuela era muy devota de la Virgen del Perpetuo Socorro. Un día, empecé a sentir que estaba en misa como un espectador. Así empecé la Confirmación en los redentoristas. Allí vivían dos postulantes y me sorprendió que decidieran dejar su familia e irse a vivir a un convento. Me pregunté: «¿qué habrán sentido para hacerlo?». Y a los pocos meses, tocando el violín en la iglesia, sentí una conexión con Dios increíble. Cuando volví a casa me pregunté por primera vez: «¿y si Dios quiere que sea sacerdote y redentorista?». Después de unas semanas negándolo, lo compartí con un redentorista y así comencé el discernimiento que me ha llevado a ser religioso y sacerdote.
¿Qué es lo que más valoras de tu vocación consagrada?
El desafío que supone la llamada a ser signo profético. Vivir mi día a día como hombre que ha hecho alianza con Dios no para sí mismo, sino para la gente con la que convivo, ya sea en mi comunidad religiosa, en mi parroquia o en el barrio. Esta dimensión de la vida consagrada me ayuda a no acomodarme, a no perder las ganas de seguir creciendo como persona, como discípulo y como religioso.
A una persona joven que se plantease la posibilidad de consagrar su vida a Dios, ¿qué le dirías?
Que no tenga miedo. Si es de Dios, merece mucho la pena y llena de sentido tus días. También le diría que sea una persona honesta en su planteamiento, consigo misma, con Dios y con la congregación a la que se sienta llamada.
- El #Tweet de Francisco: «Si partimos de la convicción de que el Espíritu sigue suscitando vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa (…) podemos atrevernos, y debemos hacerlo, a decirle a cada joven que se pregunte por la posibilidad de seguir este camino» (De la Exhortación Apostólica Postsinodal Christus Vivit 274).
Para preguntarME / Para preguntarNOS:
- ¿Qué es lo que más te ha llegado de este testimonio?
- Si tuvieras delante a Carlos, ¿qué les preguntarías?
- ¿Qué personas cercanas conoces que vivan su vida cristiana desde esta vocación?