Joseph Perich
Una leyenda árabe cuenta que dos amigos viajaban juntos por el desierto. Tuvieron una discusión y uno abofeteó al otro. Éste escribió en la arena: “Hoy mi mejor amigo me ha abofeteado”.
Llegaron en un oasis. El que había sido abofeteado cayó al agua y, ahogándose, fue salvado por su compañero. Restablecido del susto, con una navaja gravó en una piedra: “Hoy, mi mejor amigo me ha salvado la vida”.
Intrigado su amigo le pregunta: “¿Por qué, después de hacerte daño escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?”
Con una sonrisa en los labios le respondió: “Cuando un gran amigo nos ofende debemos escribirlo en la arena para que el viento del olvido y del perdón se encarguen de borrarlo. Cuando de un gran amigo recibimos un gran don debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento del mundo podrá borrarlo”.
Refexión:
Circulan expresiones «políticamente» correctas como: «quien la hace, la paga», «perdono pero no olvido», «no se puede ir con el corazón en la mano»…
Cuaresma nos sacude invitándonos a «escribir en la arena» toda suerte de malentendidos, prejuicios, golpes bajos y ofensas que hemos recibido. Con quién tengo que hacer las paces, me fastidia de corazón el tener que dar el primer paso. ¡Cómo es de alentador saber que a pesar de nuestros «patinazos», infidelidades y debilidades Dios sigue amándonos! En la Celebración del Perdón a la que estás invitado lo podrás comprobar.
Cuaresma nos sacude invitándonos a «grabar en la piedra de la memoria de nuestro corazón» la cantidad de servicios y atenciones que recibimos constantemente. Sorprendentemente descubriremos como nuestro corazón de piedra se convierte en un corazón de carne capaz de amar y ser amado. El «cantero» Jesús te espera en la Eucaristía para hacerlo posible.