Joseph Perich
Un niño entra en una tienda canina y pregunta:
-¿Qué precio tienen los perritos?
-Entre 50 y 100 euros.
El niño mete su mano en el bolsillo y saca unas monedas.
Tan solo tengo 2’75 euros… pero ¿puedo verlos?
El dueño de la tienda sonríe y se pone a silbar. Del fondo de la tienda sale una perra corriendo, seguida de cinco cachorros. Uno de ellos se queda rezagado, cojea.
-¿Qué le pasa a este pequeño?- pregunta el niño.
El hombre le explica que ya al nacer el veterinario le dijo que tenía una pata mala y que nunca caminaría como los demás. El niño se emociona y le dice que precisamente este perrito era el que quería comprar.
No hace falta que tú me compres este perrito, si tu lo quieres te lo regalo.
Al niño le sentó muy mal que le dijera eso y mirando fijamente a los ojos del dueño le dijo:
-No, yo no quiero que me lo regale. El vale como los demás. Yo ahora le doy mis 2’75 euros y cada mes pasaré hasta haberlo pagado todo.
-No compres este perrito, hijo, el nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los demás perros.
El niño se agacha y sube la ropa de su pantalón para enseñarle su pierna izquierda, cortada y apoyada en una pierna ortopédica. Mira fijamente, de nuevo, al hombre:
-“Yo tampoco puedo correr y este perrito necesita alguien que lo comprenda.”
El hombre se muerde los labios, sus ojos se inundan de lágrimas y le entrega el perrito cojo. Con una tierna sonrisa se despide de él:
-Hijito, solo espero y deseo que cada uno de estos otros perritos sanos tengan un dueño como tú.
Refexión:
Los medios de comunicación informan sobre la violencia, “acoso” que se respira en muchos centros escolares: niños que agreden y martirizan de forma continuada a algún compañero de clase o incluso a algún maestro. Normalmente se escoge como víctima a alguno de los más débiles o alguno que destaque por su aplicación o esfuerzo en el estudio. Lo que pasa en los centros escolares ¿no puede ser el reflejo de lo que se vive en muchas familias, en la calle, en el trabajo o en la sociedad? Por el mero hecho de vivir en un país democrático no significa que esté asegurado que cada persona tenga el mismo valor sin discriminación de raza, nivel cultural, enfermedad, edad, estado físico,…Esta sociedad competitiva, que margina a los más débiles, muchas veces pone en sus labios o utiliza al Dios-Todopoderoso que favorece a un país o a un colectivo por encima de los demás. Los que hemos tenido la suerte de conocer a Jesús sabemos que Dios es Todopoderoso “desde la Cruz”:
- Todopoderoso en mantener la dignidad a pesar de las injusticias.
- Todopoderoso en gratuidad y ternura.
- Todopoderoso en no guardar rencor y perdonar.
- Todopoderoso en la esperanza de que es posible un mundo más humano,…
Que nuestra Parroquia sea una “escuela” de compartir y no de competir. Es más, conscientes de nuestras debilidades, que cada uno pueda expresar como el niño de la historieta precedente:
“Yo tampoco puedo correr y este perrito necesita a alguien que lo comprenda.”