PERDÓN Y AGRADECIMIENTO EN PAZ RPJ 557 Descarga aquí el artículo en PDF
Cesar Rollán Sánchez
cesar.rollan.sanchez@gmail.com
«El perdón es la base de tener una vida plena y feliz. ¿Quién no tiene algo o alguien a quien perdonar? Todos, en algún momento de nuestra vida, por una persona que consciente o inconscientemente nos hace daño, tú ya… Pues tienes ese dolor en tu corazón, ese resentimiento. Como yo siempre digo, que bastantes cosas tengo amputadas, dedos, piernas… como para tener el corazón también amputado. El que no perdona tiene, de alguna forma, el corazón dañado. Cuando uno perdona, vuelve a tener su corazón entero y con mucha fuerza y mucha luz». La que así habla es Irene Villa, periodista y psicóloga y, sobre todo, una persona conocida por quienes vivieron directa o indirectamente el atentado que sufrió en 1991 junto a su madre cuando tenía 12 años.
Todas las palabras son significantes en busca de significado. Cualquier término es concebido en la comunidad idiomática de forma distinta según la persona. La experiencia, el contexto, el lugar y el tiempo condicionan lo que atesora una palabra y se necesitan muchas otras para tratar de comunicar lo que ese término dice para mí.
Perdonar son apenas tres sílabas que proceden del latín per, prefijo que indica totalidad (como en perseguir, pernoctar o pervivir) y de donare, al que se le atribuye la bondad de dar o regalar. Por tanto, perdón quiere hablarnos de dar totalmente, olvidar aquello que se debía y entregarlo definitivamente y con generosidad.
A finales de octubre de 2018 Aprendemos Juntos publicó la participación de Irene Villa en el programa en el que cuenta lo que apuntábamos al comienzo. Aprendemos Juntos es una plataforma audiovisual en la que se trata de ofrecer temas formativos y testimonios significativos de personas relevantes. Todas sus producciones pueden encontrarse en Youtube con acceso gratuito (https://www.youtube.com/watch?v=FLTRgs3k_Mk).
Quienes vivíamos cuando a Irene casi le arrebatan la vida no podemos olvidar el reguero de noticias sobre lo que le sucedió y de cómo, poco a poco, fue recuperándose hasta conseguir ser la maravillosa persona que es. Ella comenta en la entrevista lo que sucedió y cómo fueron los primeros momentos después de la explosión del coche en el que viajaban su madre y ella de camino a su colegio. La narración es sosegada, asumida como parte de su vida y sanadora. Ella misma dice que mucha gente le pregunta que cómo puede perdonar si no le llegaron a pedir perdón y responde: «Es que no me hace falta que me pidan perdón. Yo no perdono por ellos, por su tranquilidad. En el 91, cuando yo tenía 12 años, ocurrió algo que, en principio, parecía irreversible. Resulta que en aquella época había una banda terrorista que ponía bombas. Aquel día decidieron masacrar Madrid, la capital de España. Y, bueno, pues uno de esos tres coches fue el de mi madre, que ella trabajaba en una comisaría de Policía haciendo DNI y pasaportes. Y, bueno, fue un blanco fácil, porque su coche no dormía en garaje y vio que aparcaba donde aparcaban los policías. Perdono por mi felicidad, mi tranquilidad, mi paz interior, por estar bien conmigo misma».
Por cierto, hablando de palabras y significados como hacíamos antes, no deja de ser curioso que una persona así se llame, precisamente, Irene, una palabra procedente del griego que significa paz.
Perdonar sin esperar nada a cambio, perdonar como donación total y absoluto olvido del daño recibido, perdonar, además para ser feliz. Irene, en su diálogo de Aprendemos Juntos nos ofrece un testimonio que engarza con el objetivo de la pastoral juvenil; sin nombrar a Cristo, ni a la Iglesia, ni a los sacramentos; procura para ella y para quienes la escuchan una vida plena y repleta de perdón y agradecimiento: «Que ayudemos a esos niños y a esos jóvenes a sacar lo mejor que llevan dentro, que es su capacidad de conseguir lo que quieran. Y para ello hay algo que a mí me ayuda, que es no mirar al pasado. Y si miras, solo está permitido mirar de dos formas: perdonando o agradeciendo. Vivir el presente con alegría y con entusiasmo, el día a día con la atención plena y disfrutando de cada instante, y mirar al futuro con esperanza y con optimismo. Creo que eso lo podemos tener todos los que estamos aquí y lo llevamos dentro».