Pastoral con jóvenes, de lo vivido a lo nuevo – Carles Such

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Lo haré confrontando dos términos. Sin duda quedan muchos aspectos y ámbitos por ‘confrontar’, pero eso, lo dejo para que lo amplíen otros, así, construimos entre todos que seguro que acertamos más.
De la herencia a la propuesta.
Del anuncio al testimonio.
De la llamada a la atracción.
Del momento al proceso.
Del experimento a la experiencia.
Del grupo al acompañamiento.
De la adoración a la celebración.
Del cartelito a lo digital.
De lo joven a lo intergeneracional.

Al presentar estas parejas de términos que nos remiten a experiencias o propuestas pastorales, no pretendo plantear una dualidad, un sistema maniqueísta entre dos realidades opuestas al estilo del yin y el yang, del doctor Jekyll y Mr. Hyde, fijando, en este caso, el primer término como el negativo o malo de donde hay que huir y presentando el segundo término como la propuesta buena y deseable a la que hay que llegar como objetivo final. Esa sería una lectura errónea.
El par de términos quiere ilustrar un camino, un proceso que nace donde estamos y que asumiéndolo (no huyendo ni excluyéndolo) abre una vía por la que seguir avanzando. De esta manera, evitamos los extremos excluyentes y que poco tienen que ver con la realidad ‘de a pie’, y nos situamos en un itinerario vital por el que suele transcurrir la vida en cada época. Propiamente, lo único que deseo indicar con esta presentación, es una idea dinámica de la Pastoral con jóvenes, que agradece su pasado y lo reconoce, se responsabiliza de su presente y se lanza esperanzadoramente hacia un futuro, siempre incierto, pero cuyos frutos podemos vislumbrar en las semillas con las que nos encontramos.
Las tres primeras binas son el marco contextual del que partimos. Son como los grandes mojones que marcan la ruta que con las restantes intento concretar y situar en un escenario más familiar y cercano.
Reconozco desde el principio de mi escrito que voy a presentar un texto más divulgativo y experiencial que científico, asumiendo que muchas afirmaciones están respaldadas por lecturas, experiencias y reflexión personales, y que por tanto, son deudoras de otros estudiosos que nos posibilitan sus miradas certeras y específicas sobre algunos temas que nutren a los que estamos volcados en la acción del día a día de la planificación, organización y acompañamiento de los jóvenes.
DE LA HERENCIA A LA PROPUESTA
Lo heredado es lo que uno no ha trabajado, lo que recibe gratuitamente sin haber podido mediar ni tener partido en ello. Lo heredado tiene una carga de positividad, pues recoge la vida, el trabajo, las opciones de los que nos han precedido. La actitud propia ante lo heredado es el agradecimiento o, en caso de una herencia negativa, de simple asunción y acogida integradora. Bien es sabido, que se pueden heredar enfermedades, deudas, etc. Las posturas beligerantes que tienden a rechazar con contumacia y displicencia lo heredado, la mayoría de las veces solo hacen que otorgar a lo que no se quiere recibir un mayor valor, haciendo que lo que se rechaza condicione a la persona mucho más que si simplemente acoge lo que recibe y trabaja con ello.
Esta es la propuesta de esta primera bina. Acoger lo heredado y lanzarnos a una propuesta actual y contextualizada. Perder el tiempo analizando, sopesando, criticando, haciendo valoraciones y encuestas sobre lo vivido, solo hace que nos quedemos estancados. En el fondo, vivir solo de lo heredado y atrincherarse en ello y pasarse la vida criticando lo que se ha dado y ha provocado la situación actual, es la doble cara de la misma moneda. Hemos de salir de ahí y caminar, hacer proceso hacia delante. Como expresa el papa Francisco en la EG,21 al hablar del evangelio y la evangelización: …siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar de nuevo, siempre más allá.
Durante estos últimos años (quizá demasiados escuchándolo de manera pasiva), hemos estado leyendo y escuchando análisis sobre la situación de la Iglesia en nuestro país: el final de la etapa de Cristiandad; la emancipación de los ciudadanos en sus creencias; el abandono de la praxis religiosa y el culto; la deserción de los jóvenes… Seguramente, todo cierto y avalado por concienzudos y profundos estudios sociológicos valorados teológica y antropológicamente. La situación es la que es: una sociedad postcristiana, con serios prejuicios clericales, una historia que no se acaba de olvidar y unos valores predominantes tiznados de secularidad y autonomía moral (con rasgos más que evidentes de relativismo). Y junto a esto, la sed por lo transcendente la espiritualidad y lo religioso sigue aumentando.

A continuación propongo una serie de pasos para caminar de lo heredado a la propuesta:
Situarnos vitalmente en un laberinto, de manera que el camino no es lineal, sino que va dando vueltas en torno al centro, pero que requiere de este movimiento circular que se acerca y se aleja del comienzo en un movimiento de avance hacia la salida. Con esto quiero indicar que las propuestas de ruptura y reiniciación de cero no son una buena opción. En la Iglesia, la tradición (con y sin mayúsculas) forma parte de nuestro rico legado. Esa imagen que utiliza Francisco para hablar de las sociedades con futuro (las que caminan de la mano ancianos y jóvenes), podría representar plásticamente lo que queremos indicar. Cada institución deberá hacer una seria reflexión y valoración de su recorrido, de su historia y de sus concreciones pastorales para, con espíritu de discernimiento, sacar lo bueno de lo antiguo y de lo nuevo (cf. Mt. 13,52), pero evitando la autocomplacencia (ver los numerosos aniversarios que celebramos y las energías y recursos que invertimos en ellos), o la ruptura por sistema. El vino viejo es sabroso en su odre viejo, pero el nuevo ha de colocarse en pellejos a estrenar (cf. Mc. 2, 22), y no conozco a ningún joven o adolescente que, de entrada, sepa apreciar un vino reserva de uno joven, y si no valoramos ambas realidades nos arriesgamos a que le echen gaseosa a un gran reserva. Dicho de otro modo, hemos de acoger lo heredado, pero requiere de un proceso pastoral acompañado vivido desde sus categorías nuevas y esto conlleva que lo hagamos con los jóvenes. …Hará falta, pues, ir más allá del ‘hablar de’ hacia el ‘hablar con’ los jóvenes y, lo que es más importante, encarar la situación de la fe y de la religión para pensarlas desde y para ellos. Ahora concretaremos más.
Este itinerario tiene un primer momento personal e institucional que debe transitarse como tal. Lo primero es acoger la herencia y reconocer lo que me ha enriquecido y lo que se me ha quedado pequeño u obsoleto. Realizar este proceso de manera personal (hacer una lectura de la propia vida) e institucionalmente (hacer una lectura carismática subrayando dones, frutos y errores). Aquellos que se lancen a ver, escuchar y aprender de otros sin haber acometido este primer momento están abocados al fracaso, pues no vendrá de fuera lo que ha de descubrirse, curarse y renovarse desde dentro.
Al respecto, en forma de listado de tareas:
Vuelta a las fuentes carismáticas.
Traducción a un nuevo lenguaje, reelaboración de objetivos, especificar el estilo, determinación concreta de los destinatarios, agentes y ámbitos de transmisión y creación de nuevas estructuras.
Creación, elaboración y concreción de cauces actuales para poder transmitir lo carismático.
Elaboración, ejecución y valoración de un nuevo plan o proyecto para todo lo anterior.
La propuesta nunca es una remoción, a modo de disfraz, de la realidad heredada. Requiere escucha atenta a los signos de los tiempos, a las nuevas generaciones, a los frutos que se dan en otros,… en definitiva, una apertura efectiva a lo nuevo, que siempre llegará como una realidad frágil, insegura, sorpresiva, inesperada y acompañada de semillas malignas que generarán la tentación de abandonar y volver atrás. Caminar hacia una nueva propuesta es vivir con intensidad la propuesta evangélica de Jesús al viejo maestro Nicodemo: “hay que nacer de nuevo/de lo alto (anozen)” (cf. Jn. 3,1ss). En el fondo es un sueño: Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. Y este sueño no es endogámico: ‘cambiamos para ser más en nuestra institución, para asegurar nuestra continuidad’, sino que es un imperativo de nuestra fe, un clamor que nace de la misma Creación preñada de Dios y de todo creyente habitado por su Espíritu (cf. Rm. 8,22s), es respuesta al mandato del Resucitado: Id, pues, y haced discípulos a todos los habitantes del mundo… (Mt. 28,19). De esta manera, la búsqueda de la nueva propuesta se convierte en una tarea eclesial, de toda la Iglesia, y por tanto, requiere de la comunión, de la red como un signo claro de esto último.
Finalmente, hemos de apuntalar una idea que se convierte en cimiento de lo que tenga que surgir. La nueva propuesta no nacerá por obra de magia, en forma de milagro. La encarnación sigue siendo el principio de toda evangeización, y por tanto, de toda pastoral, pues es el proceso escogido por el mismo Dios para darse a conocer de manera definitiva. Así, para consolidar un cambio y el nacimiento de una nueva realidad hacen falta personas renovadas, con la ciencia y con la experiencia. Por eso, quizá antes de mover nada, tengamos que formar pastoral, teológica y espiritualmente a las personas que liderarán y acompañarán lo nuevo. Recuerdo la afirmación que leí hace unos años en labios del gran teólogo W. Kasper: Pero ¿dónde se lleva hoy a cabo la catequesis? En la clase de religión de la escuela, bajo las condiciones actuales, en gran medida eso ya no es posible; la catequesis parroquial se la confiamos la mayoría de las veces a personas sin duda bien dispuestas, más aún, inmejorablemente dispuestas, pero carentes de la formación necesaria para ello. En la catequesis de confirmación, más que iniciar a los jóvenes en la fe, les hacemos señas para que circulen y pasen de largo. Pregunto: quousque tandem?, ¿cuánto tiempo puede continuar funcionando bien esto?

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