MATEO 25: PARADIGMA DE UNA HUMANIDAD HUMANIZADA Y HUMANIZANTE RPJ 563Descarga aquí el artículo en PDF
Íñigo García Blanco
En un mundo lleno de ruido y distracciones, a veces es difícil encontrar la verdad y la claridad en nuestras vidas. Pero, como jóvenes, es importante buscar un camino que nos lleve a una vida significativa y auténtica.
Uno de los pasajes más impactantes y reveladores en la Biblia es el texto de Mateo 25,31-46, que nos ofrece una guía profunda sobre la verdad, el compromiso social y la importancia de mirar a nuestro hermano.
El pasaje de Mateo nos presenta a Jesús hablando sobre el juicio final. En este momento crucial, Jesús separa a las ovejas de las cabras, premiando a las ovejas que han mostrado amor y compasión hacia los necesitados, diciendo: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo» (Mateo 25,34). Por otro lado, las cabras, que no mostraron amor ni cuidado por los necesitados, son condenadas. Parece tener cierta lógica, ¿no?
El Reino de Dios es tangible en la fraternidad que construimos
La verdad no solo se encuentra en nuestras creencias o en nuestras palabras, sino en nuestras acciones que dicen más o se expresan mejor. Jesús no se preocupó por elaboradas teorías teológicas; en su lugar, nos mostró que la verdad reside en el amor práctico hacia nuestros hermanos y hermanas. El compromiso social y el servicio a los necesitados son la esencia de su enseñanza. Pues el Reino de Dios es tangible en la fraternidad que construimos (y de la que participamos), hoy más que nunca estamos necesitados de una humanidad hermanada que se expresa en sencillos gestos de acogida, hospitalidad, comunión y celebración.
«Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22,39). Este es el hilo conductor y paradigma de una humanidad humanizada y humanizante. Jesús nos recuerda y comparte que la verdad se encuentra en el amor desinteresado hacia los demás, en ayudar a quienes más lo necesitan, en ser una voz para los sin voz.
No necesitas ser un teólogo experto o un erudito para comprender y aplicar este principio. La verdad se revela a través de nuestras acciones diarias, a través de nuestro compromiso social. En lugar de enredarnos en discusiones abstractas, podemos cambiar el mundo a través de pequeños gestos de servicio, acogida y compasión.
La verdad se revela a través de nuestras acciones diarias, a través de nuestro compromiso social
El pasaje de Mateo 25 también nos insta a mirar cara a cara la realidad más frágil y cruda de quienes están ateridos en la intemperie, en las orillas transfronterizas y en el olvido de los relatos de portada. Jesús nos dice que cuando servimos a los necesitados, lo estamos haciendo por Él mismo. En otras palabras, cada persona a la que ayudamos es una oportunidad para encontrarnos con Jesús en nuestro camino. Esta mirada al hermano nos recuerda que todos somos parte de una gran familia humana y que nuestra responsabilidad es cuidar y amar a todos sus miembros.
La misericordia es la clave del discernimiento práctico y concreto que nos pone en la ruta hacia la plenitud humana.
El pasaje de Mateo nos sorprende con una parábola que rebasa el concepto de parábola, convirtiéndose en una auténtica regla para discernir nuestra capacidad de amar y servir.
El discernimiento es como el olfato fino que permite distinguir lo que es conveniente cambiar de lo que es necesario mantener o profundizar. Con el discernimiento conocemos las sutilezas de los componentes de la vida.
Para Jesús y también para toda persona sensata, está claro que la mayor precariedad a la que puede estar sometida una persona es el hambre, la sed, la intemperie, la desnudez, la enfermedad y la prisión. Más aún, esta precariedad puede multiplicarse, puesto que cada una de ellas tiene modalidades muy sutiles y, por eso mismo, mucho más destructivas. Tan solo imaginemos que al hambre de alimentos se le añada el hambre de afecto, de ternura, de valoración, de verdad, etc.
¿Cómo va a sorprendernos que Jesús presente la COMPASIÓN como el criterio que decidirá la calidad y profundidad de nuestras vidas, y como la condición para nuestra identificación con Él? ¿Cómo va a extrañarnos que Jesús se presente identificado con todos los pobres y descartados del mundo?
Este pasaje no solo se refiere al final de los tiempos, sino al aquí y ahora de nuestra existencia. Por ello invita a ser misericordiosos, a que convirtamos la misericordia en nuestra pauta de acción. En nuestra matriz de actuación.
La misericordia delata el nivel y la calidad de nuestra verdad. Nadie podrá excusarse de practicar la misericordia, ni podrá pensar que no le toca algo de esta regla del amor eficaz que abre las puertas de la plenitud humana y a la salvación.
Que el Rey de la Misericordia nos diga a todos «vengan, benditos de mi Padre y tomen posesión del Reino preparado desde la creación del mundo», porque dieron de comer al hambriento, de beber al sediento, hospedaje al forastero, vestido al desnudo, y atendieron al enfermo, y porque consolaron al triste, sostuvieron al abatido y ahuyentaron todo tipo de miedo.
Nuestra vida se está jugando ahora mismo. No hay que esperar ningún juicio. Ahora nos estamos acercando o alejando de los que sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Dios-Encuentro. Ahora estamos decidiendo nuestra vida.
NOS MIRARÁ
Florentino Ulibarri
No tenemos en nuestras manos
la solución a los problemas del mundo;
pero, frente a los problemas del mundo,
tenemos nuestras manos.
Cuando el Dios de la historia venga,
nos mirará las manos.
No tenemos en nuestro corazón
ternura para calmar tantos mares de violencia;
pero, frente a esos mares de violencia,
tenemos nuestro corazón.
Cuando el Dios de la historia venga,
nos mirará el corazón.
No tenemos en nuestras entrañas
consuelo para serenar este valle de lágrimas;
pero, frente a este valle de lágrimas,
tenemos nuestras entrañas.
Cuando el Dios de la historia venga,
nos mirará las entrañas.
No tenemos en nuestra cabeza
sabiduría e inteligencia suficiente
para cambiar las cosas que no funcionan
pero, frente a la realidad nos queda la dignidad.
Cuando el Dios de la historia venga,
nos preguntará por nuestra dignidad.
No tenemos en nuestro poder
la palabra con autoridad que manda
y, obedecida, cambia situaciones y circunstancias,
pero, frente a esas situaciones, tenemos palabra.
Cuando el Dios de la historia venga,
nos preguntará por nuestras palabras.
No tenemos en nuestra cartera
dinero suficiente para alegrar a los pobres;
pero a pesar de tanta pobreza y miseria
todavía ahorramos y nos sobra.
Cuando el Dios de la historia venga,
de nada nos servirán nuestros ahorros y monedas