Para hacer el bien, sentirse amado – Iñaki Otano

Iñaki Otano

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”. (Lc 3, 15-16. 21-22)

Reflexión:

Hemos estado todo el tiempo de Navidad en torno a Jesús niño, y hoy nos encontramos con el Jesús adulto.

Dice el evangelio que en un bautismo general, Jesús también se bautizó. Jesús haciendo cola entre los pecadores, que con el bautismo significaban su conversión. Se ha hecho persona humana y se ha mezclado con los pecadores.

Para Jesús este bautismo es el principio de su misión, que durará tres años intensos. Y recibe la confirmación del Padre que dice: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto. Al principio de su misión, se siente querido y apoyado por el Padre. Eso le llenará de confianza y seguridad.

El niño pequeño no puede elegir ser cristiano. Cuando sea mayor decidirá por sí mismo si quiere seguir siendo discípulo de Jesús. Hay muchas decisiones importantes en la vida, de las que depende el futuro del niño, que los padres toman por él. Es bien legítimo que los padres quieran dar a los hijos lo que ellos estiman más importante. En este caso, unos padres cristianos quieren transmitir a su hijo/a algo que es precioso para ellos: la fe. Por eso, los padres que deciden bautizar a sus hijos tienen que procurar educarles de acuerdo con ese bautismo. Si no existe ese propósito en los padres, el bautismo se convierte en una comedia, en un simple rito sin repercusión en la vida.

El bautismo de un niño puede poner de relieve que el don de Dios es sin condiciones. Un niño no ha tenido tiempo de hacer méritos, pero recibe el don gratuito de la fe sin condiciones previas. Dios le quiere, y basta.

La atmósfera que se vive en el bautismo de Jesús es un anuncio de lo que se produce en nuestro bautismo. Dios se alegra, se complace en su Hijo. Dios nos quiere, manifiesta su cariño hacia nosotros cuando nos distingue con el bautismo.

El Hijo, Jesús, se ve estimulado por el Padre para su misión porque se siente acogido, amado de Él. Es muy importante para nosotros sentirnos acogidos y amados de Dios. Nuestra misión en el mundo tiene que realizarse sabiéndonos queridos por Dios.

De Jesús decían que pasó haciendo el bien. En eso se concretaba diariamente su misión. Hacer el bien  es también la misión diaria del cristiano.

Al mismo tiempo, ayudamos a otros en su misión si les acogemos, les apoyamos, les animamos a hacer el bien. Ser personas que animan, y no condenan, es imitar al Padre que acoge y anima a su Hijo el día que se estrena en la misión. Este es el amado, el predilecto.