PANDEMIA
Vicente Luis García (Txenti)
Hacía mucho que no escribía para RPJ, y ahora que estamos tocando con cautela el principio del fin de la pandemia me ha parecido interesante compartir algunas reflexiones que este tiempo inédito en nuestra experiencia de vida ha ido dejando en mí y, quizá, pueda interesar a alguno. Y, claro, relacionado con el tema de la pastoral juvenil.
Si ya antes de la pandemia la relación de la juventud con la Iglesia estaba tocada, el confinamiento y las restricciones han sido la puntilla para actividades de tiempo libre, celebraciones, encuentros, jornadas. Todo se paralizó y hay una generación que se habrá perdido para siempre disfrutar con ciertas edades de lo que otros tuvimos a raudales.
Estos días andan «de bolos», por decirlo de alguna manera, los símbolos de la JMJ. La próxima en Lisboa en 2023. Aún queda tiempo para ilusionar a las nuevas generaciones, para transmitirles que una JMJ es un chute de experiencia comunitaria de la fe. Una oportunidad para dejarle a Dios ser Dios, y encontrarse contigo.
Reconozco que hay una franja de edad que no lo estáis teniendo fácil. Muchos de vosotros no tenéis un párroco que os anima, empuja o incluso financia vivir una experiencia comunitaria de fe; no tenéis un grupo, movimiento, asociación, cofradía, hermandad… que os respalde y que sea vuestro grupo de referencia de fe y de celebración; no tenéis un abanico de ofertas lúdico eclesiales, o simplemente lúdicas y con valores; no tenéis una sociedad que ponga en valor la experiencia comunitaria en la Iglesia; en definitiva, no tenéis las condiciones que generaciones anteriores tuvimos. Pero eso, si cabe, lo que daría es más valor a quienes hoy, a pesar de todo, o aun con todo, os animéis a dar un paso al frente, os arriesguéis a ir contracorriente, decidáis dar una oportunidad a Dios, incluso le retéis a demostraros que existe y quiere algo de vosotros
RPJ Nº 553 PANDEMIADescarga aquí el artículo en PDF
Prácticamente todo en la vida tiene su parte buena y su parte mala, su pro y su contra, su desgracia y su oportunidad. Y la pandemia no es diferente al resto de circunstancias de la vida, es una experiencia extraordinaria, fuera de lo común, única en nuestra vida (no en la vida de quienes nos precedieron), y también es una oportunidad. Una oportunidad para crecer en la ciencia, en la capacidad humana de afrontar nuevos retos, una oportunidad para ser mejores, para valorar la vida y convivir con la muerte, una oportunidad para dejar a Dios ser Dios, una ocasión para reavivar una nueva pastoral con jóvenes, que quizá vea sus primeros frutos en la JMJ de 2023.
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