“Yo os daré palabras tan llenas de sabiduría que ninguno de vuestros enemigos podrá resistiros en nada” Lc 21, 15
¿Qué palabras serán esas? ¿Qué sabiduría? ¿Qué enemigos?
Desconfío de que, más que palabras como “Yo. Quiero. Condeno. Estoy en contra”, daremos testimonio del Dios de Jesús con palabras como “Wow”, que manifieste nuestro asombro; “Perdón”, que revele la valentía de reconocer nuestras vulnerabilidades; “¿Cómo estás?” que exponga nuestro verdadero interés por el otro; o un simple “Valoro…” que nos ayude a expresar nuestro aprecio y ternura. ¿Cuántas veces decimos estas palabras en nuestras relaciones cercanas y qué poco las escuchamos en los espacios públicos?
En un momento en el que la sociedad parece marcada por la crispación y en el que no faltan los juicios apresurados, creo que la forma de sorprender a nuestros “enemigos” será una apuesta continua y seria por la escucha y el diálogo. Esto no significa no ser firmes en el rechazo a situaciones de injusticia o violación de la dignidad de las personas. Pero, ¡cuán revolucionario y sabio puede ser un “no sé” que disipe la confrontación estéril y cree espacio para atender al otro y construir juntos!
El “permaneced firmes” del evangelio resuena en mi interior como una invitación a ser constantes, a pesar de las dificultades, en la conexión y sensibilidad con nuestro mundo, en la escucha y en el afán de construcción conjunta. De ahí vendrán, seguramente, la salvación y el reino.
José Luís R. Carvalho
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