Padrino / Madrina en euskera se dice aitabitxia edo amabitxia, que tiene una bonita traducción, “joya de padre o de madre”.
La imagen que tengo yo de mis padrinos, tanto de bautizo como de confirmación, no es mala. Los de bautismo eran amigos íntimos de mis padres, Rafa y Sofi, y los recuerdo de andar por casa, pero no tengo ningún recuerdo vinculado con mi formación religiosa. En el caso de mi padrino de confirmación, fue un tío mío. Agustín, el marido de una hermana de mi padre, la tía Pauli. Mi padre había muerto unos años antes y mi tío Agustín, que solo tenía hijas me quería, en esa expresión que se dice “como a un hijo”, y si bien nunca intervino en mi formación, algo que asumía mi madre, sí recuerdo que me llevaba a ver al Alavés, como hacía mi padre. Pero en lo religioso, tampoco tengo un recuerdo que vincule a mi padrino de confirmación con mi formación religiosa.
De los padrinos de los demás tampoco tengo un recuerdo especial, salvo que muchos eran una figura de compromiso familiar. Lo que no es ni bueno ni malo, aunque no se ajusta a lo que desde la Iglesia se pretende que sea un padrino.
Mis padrinos de bautizo, evidentemente no fueron elegidos por mí, y el de la confirmación, si soy sincero no lo recuerdo.
Bueno, pues cuando uno es padre este tema también puede llegar a verse desde otra perspectiva y puede adquirir una importancia y dimensión que uno no vivió ni fue consciente en su momento y para sí.
Cuando buscamos padrinos para nuestros cuatro hijos, tanto mi mujer como yo, intentamos elegirlos y “regalarles” una joya de padres/madres”. Estamos satisfechos de cómo nos lo planteamos y creemos, que en la medida de cada cual, cada cual ha respondido a las expectativas. Y en todo caso su misión es algo que permanece en el tiempo y Dios y las circunstancias dirán y darán a cada cual la oportunidad de ejercer el papel que un día aceptaron.
Otra historia está siendo el padrino de la confirmación. Nuestra hija mayor escogió a su mejor amiga, y sabemos que la amistad entre ellas alcanza al tema de la fe, donde también se están acompañando mutuamente. Por lo que madrina y amadrinada han encontrado su papel dentro del campo de la amistad. La profundidad de ese acompañamiento la desconozco, y así ha de ser, ya que forma parte de sus vidas privadas. Pero como padre, siento que la elección fue acertada y doy gracias a Dios, por ello.
Ahora le toca al chico. Al parecer no les habían hablado de la figura del padrino/madrina de la confirmación. Quizá porque hemos renunciado a reivindicarlo como figura importante en el camino de la fe. El caso es que se lo hicimos pensar, y … otra vez la elección creo que ha sido otro acierto. Ha elegido a un amigo con quien le unen ahora más lazos casi que los que unía ya a su padre con el elegido. Hace unos años ellos y dos de sus hermanas volvieron a nacer tras un accidente de coche. Se da la circunstancia de que este buen amigo, además es sacerdote, y además es misionero de la Misericordia designado por el Papa Francisco, y además, en los últimos años, ha acompañado a un grupo de familias que nos juntamos en un encuentro de fin de semana; y además es un tío muy majo, y además ya ha confirmado que quiere ejercer de padrino.
Qué queréis que os diga, que estamos, mi mujer y yo, encantados. Que esperamos que las dos chicas que siguen su camino de maduración en la fe se tomen en serio la elección de su padrino/madrina de confirmación cuando les llegue el momento.
Y, puestos a decir, que os invito a todos aquellos jóvenes que os estáis preparando para la confirmación que os toméis con cariño la elección de vuestro padrino/madrina de confirmación, que no dejéis que nadie haga la elección por vosotros, que os aseguréis de que sea para vosotros una “joya de padre”, “una joya de madre”.