ORGULLO LGTBI+ – Edgar Azpilikueta

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ORGULLO LGTBI+

Edgar Azpilikueta

edgarazpilikueta@itakaescolapios.org

El 28 de junio se celebra el día del orgullo LGTBI. Cuarenta y siete años separan el hostigamiento que la comunidad LGTBI en Stonewall en 1969 que dio pie a la conmemoración de este día y la masacre de la discoteca Pulse de Orlando en 2016 en la que 50 personas fueron asesinadas. Esto no hace sino recordarnos que este día sigue teniendo sentido. También nos lo recuerdan eventos más cercanos, como la paliza que este mes de junio de 2021 sufrió un joven de 23 años en Basauri con gritos de «maricón de mierda». Tampoco podemos olvidar que 69 estados miembros de la ONU en el mundo siguen criminalizando la orientación sexual, en 34 de ellos con persecución activa y en 11 con posibilidad de pena de muerte. Esto, junto al doloroso rechazo social y familiar, provoca numerosos refugiados, si bien no se llegan a contabilizar.

Pero no hay que irse muy lejos. No hay que olvidar tampoco de dónde venimos. En España, el régimen franquista modificó en 1954 la Ley de vagos y maleantes de 1933, para que junto a «rufianes, mendigos y proxenetas» se incluyera también la orientación sexual, de forma que «los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás», así como «prohibición de residir en determinado lugar o territorio y obligación de declarar su domicilio» o «sumisión de vigilancia de los delegados». No fue hasta el año 1970 en que se sustituyó por la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social, en términos muy parecidos, pero con penas de solo 5 años de cárcel o manicomios y su rehabilitación. No fue aplicada mayormente, pero esta ley se mantuvo hasta 1995, antes de ayer.

Además, hay que tener presente todo el sufrimiento que provoca incluso todavía en países como el nuestro algo tan tonto como tus preferencias sexuales o identificación de género. Maricón es todavía hoy el peor insulto que un niño puede escuchar, muchas veces sin ni siquiera saber el significado. La variedad es amplia: sarasa, bujarra, julandrón, mariquita… O bollera, tortillera, marimacho… Algo que a toda costa enseguida se aprende que hay que evitar ser. Afortunadamente, el colectivo se ha apropiado de palabras como estas, para que, de alguna manera, duelan algo menos.

¿Y qué tiene que ver esto con nuestra fe cristiana o con la Iglesia? ¡Qué preguntas! Pues bastante. Por un lado, la justificación ideológica de muchas de estas políticas nefastas ha sido la religiosa. Dentro de la esfera cristiana, me pregunto cómo puede ser esto posible, si Jesús de Nazaret, Señor nuestro, jamás mencionó la homosexualidad y sus palabras hablaban de amar y poco más… De hecho, viendo que se rodeaba de los despreciados, las mujeres públicas, los cobradores de impuestos y todas aquellas personas que se salían de la norma, no sería raro que muchas personas homosexuales le acompañaran o fueran apóstoles, porqué no. Fue san Pablo el que trató un par de veces esto, y se lo perdonaremos, porque al fin y al cabo conoció a Cristo tanto como nosotras y al final nuestras visiones están infestadas de cadenas culturales que pueden sesgar el gran mensaje de liberación de Jesús. También se critica en el Levítico que el «hombre se acueste con otro en coito femenino», pero no hay más que leer este libro para entender a qué se refirió Jesús cuando dijo que la ley debe ser para el hombre (y la mujer) y no viceversa, y cómo predicó para evitar los abusos que la ley llegaba a suponer.

Cabe destacar también que en algunos ámbitos religiosos sigue preocupando muchísimo la homosexualidad y se siguen promoviendo terapias para curarla con todo el sufrimiento que genera… Haríamos mejor en amar la creación de Dios tal cual es, ¿no es cierto?

Por otro lado, en ambientes menos beligerantes, también hay actitudes dolorosas. Desde aquellas en las que se «tolera» la tendencia si el homosexual es no practicante (no hay más que leer la justificación de porqué están vetadas las bendiciones de las parejas LGTBI), hasta las que invisibilizan algunos dramas que la comunidad sufre. Sobre esto último, parafrasearía a James Martin[1], jesuita norteamericano con mucha experiencia en el diálogo entre la comunidad LGTBI-Iglesia. Escribió en 2018 un interesante libro sobre esta necesaria comunicación, Tender un puente. Comienza explicando por qué escribe el libro: [sobre la matanza de Orlando con la que he comenzado] «el hecho de que tan solo unos pocos obispos católicos reconocieran a la comunidad LGTBI o incluso emplearan el término gay, en unos momentos tan críticos, ponía de manifiesto que la comunidad LGTBI seguía siendo invisible en numerosos círculos de Iglesia». Pues eso, que a veces los prejuicios a la hora de identificar a este grupo son muy fuertes, aunque sea para reconocerles como víctimas.

En definitiva, este día sigue siendo necesario para recordar y trabajar más en la tolerancia, y también en nuestro terreno eclesial, con tantísimo camino por delante para liberarse de las cadenas. Por eso escribo estas líneas. Pidamos que el arcoíris, signo de alianza y reconciliación de Dios con la creación, se imponga. «Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco y recordaré mi alianza con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir a los vivientes» (Gn 9,14-15). Señor, que nuestras luchas vayan encaminadas a romper las cadenas que nos separan a las personas y podamos vivir en fraternidad, tal y como tú nos has creado y soñado, como hijos e hijas amadas tuyas.

[1] En este número de RPJ se incluye una entrevista al P. James Martin en la sección Inspira_T.

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Recomendación de algunas lecturas interesantes

  • Tender un puente, de James Martin. Propuestas para el acercamiento y el diálogo entre dos comunidades que parecen a veces irreconciliables.
  • Caminos de reconciliación. Diez historias de fe y amor LGTBI. De Pablo Romero Buccicardi. Recoge testimonios muy interesantes de personas profundamente creyentes y cristianas y cómo han conciliado ambas cosas, que puede ser a veces complicado. 
  • Solo un Jesús marica puede salvarnos, de Carlos Osma. Una lectura evangélica con perspectiva LGTBI, desde el orgullo y la reivindicación, evitando el silenciamiento.

Maricones de antaño, de Ramón Martínez. Hace un recorrido histórico, donde se visualiza el contexto. Es interesante porque cuando aborda el cristianismo, lo hace de una forma muy interesante que favorece una visión reconciliadora. Con respeto.

TEXTO DESTACADO

Haríamos mejor en amar la creación de Dios tal cual es, ¿no es cierto?

Que nuestras luchas vayan encaminadas a romper las cadenas que nos separan a las personas

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