La primera parada la hacemos en el campo de la Universidad pública, donde estudia la gran mayoría de los jóvenes españoles y donde el desafío es mucho mayor. Desde Galicia, el autor nos acerca a una dura realidad donde la evangelización se convierte en un ‘oficio de mártires’, es decir, de testigos. La mirada realista y esperanzadora que nos ofrece este artículo anima a no detenerse en las evidentes dificultades sino en las interesantes oportunidades.
por Francisco José Varela Lozano
Delegado de Pastoral Universitaria de Tui-Vigo
0.- Una visión rápida.
Los objetivos de la actual acción pastoral en el campo de la Universidad y de la cultura universitaria, sabiéndose ubicada en el ámbito de la Pastoral de la Cultura, como parte de la misma, son por un lado la presencia activa en el ámbito académico y por otro la evangelización de la cultura; esto lo hacemos, a pesar de las muchas dificultades, con el anuncio explícito de Jesucristo tanto a “discentes” como a “docentes”, cada uno en su especificidad. Entre los compromisos de la Pastoral Universitaria está el de promover el crecimiento y la maduración de la fe y potenciar el diálogo fe-ciencia. Hoy en la Universidad pública este es un reto muy difícil pero con oportunidades.
En nuestro trabajo pastoral nos encontramos con dos grandes dificultades: por un lado la Universidad está muy polarizada políticamente y la presencia de la Iglesia a nivel institucional dentro del Campus, resulta, de momento, imposible en muchísimos casos; no obstante como agentes de pastoral estamos presentes manteniendo buenas relaciones con alumnos y profesores más sensibles al mensaje cristiano y a la Iglesia como tal. Por otro lado, el joven universitario de hoy planifica su horario sin una línea transversal, vive en departamentos estancos separando el estudio de la diversión, el culto de la solidaridad; hay un consumo de experiencias, una gran movilidad, esto hace muy difícil una cierta continuidad y nos obliga a hacer una pastoral muy presentista.
Curiosamente estas dificultades nos ofrecen tres grandes oportunidades pastorales que aprovechamos bien, a saber: primero, al ser menos y potenciar la calidad por encima del número, podemos desarrollar un acompañamiento personal tanto a alumnos como a profesores. Segundo, la situación de crisis nos obliga a acentuar el trabajo por llenar la falta de interioridad y la ausencia de contemplación con acciones de calidad espiritual que den sentido a la vida. Tercero, la ausencia de modelos que llenan la aprovechamos nosotros para presentar explícitamente a Jesucristo. Para que nuestro trabajo sea realmente efectivo hoy es fundamental establecer acuerdos institucionales Iglesia/Universidad. Primero establecer un acuerdo marco y luego firmar proyectos concretos de colaboración. Estos acuerdos marcos nos facilitarán la presencia en el Campus así como el desarrollo de proyectos de voluntariado universitario, por ejemplo. No debemos olvidar que la Iglesia Católica tiene derecho a su proyección pública y a una libertad de culto en el espacio público. Generalmente en todas las actividades la presencia de alumnos es muy escasa, no así, curiosamente, la de profesores cuyo número va aumentando.
Debemos conseguir que la Iglesia “suene” en la Universidad, también, es importante formar un equipo de profesionales católicos dispuestos a anunciar a Jesucristo en este ambiente claramente hostil hacia la Iglesia; promover la búsqueda de la calidad en todas nuestras acciones pastorales con un proyecto realista con claridad en el mensaje y calidad en los contenidos. La realidad nos impone una pastoral misionera de propuesta y de primer anuncio de Jesucristo y todas nuestras actuaciones se desarrollan en tres momentos que son la convocatoria, la consolidación y la opción.
El trabajo en este campo es lento, pero vamos viendo frutos en las respuestas de compromiso con la Iglesia de miembros de la comunidad académica de cara a que los mismos laicos sean los principales evangelizadores en este campo de la cultura.
Los líderes políticos del futuro se forman en la Universidad, aquí no solamente adquieren conocimiento y experiencia, se forman y aprenden a crecer como personas en diálogo con el mundo y con diferentes maneras de contemplar la realidad; si en la Universidad aprenden el diálogo entre la ciencia y la fe el día de mañana serán respetuosos en sus políticas con respecto a este punto. Es, por tanto, un compromiso de hoy promover el crecimiento y la maduración de la fe y potenciar el diálogo fe-ciencia. Como recordó el hoy Papa emérito Benedicto XVI: “cuando el hombre se limita a pensar sólo en objetos materiales y experimentables, y se cierra a los interrogantes de la vida, sobre sí mismo y sobre Dios, se empobrece” ( Cfr.Angelus, Domingo 28 de Enero de 2007 ). Por este motivo, se hace necesario potenciar en el ámbito científico y académico el diálogo fe y ciencia como un claro desafío para la cultura dominante en nuestro país. Una Universidad que rechaza la dimensión espiritual de la persona verdaderamente está traicionando su auténtico carisma; la “universitas” no se puede dar sin el cultivo de la dimensión trascendente; realmente la ciencia no lo es todo. Según el Papa emérito “es urgente redescubrir de una manera nueva la racionalidad humana abierta a la luz del Logos divino, y a su perfecta revelación que es Jesucristo” (Ib.). Ciertamente la fe constituye una riqueza para la persona, por tanto, esta fe no puede estar ausente en el ámbito académico. Desde mi experiencia, hoy percibo miedo a manifestarse creyente dentro de este ámbito y más a quienes están comprometidos en algún partido político; ¿por qué no se les oye?; Benedicto interpeló ante la tumba de San Pablo: “Cristianos,¿hemos enmudecido?”.
Nuestra razón de ser tiene sentido desde la preocupación por estar atentos a los signos de los tiempos. Hemos entrado de lleno en una nueva era en la que los nuevos conocimientos científicos y las nuevas tecnologías modifican en profundidad las bases de la vida social, de las relaciones entre las personas y las instituciones. Con este intensivo cambio sociológico no han desaparecido los valores humanos, morales y religiosos, pero sí ha quedado trastocada su escala o jerarquía.
1.- Ayudar a un cambio de mentalidad.
En general los españoles suspenden al sistema educativo público y piden más gasto. Yo no creo que sea solo cuestión de gasto, sino cuestión de mentalidad. Debemos alcanzar el nivel académico de los países de nuestro entorno. La mentalidad que debemos cambiar es esta: no es suficiente con la Universidad “investigadora”; la Universidad debe seguir siendo esa gran reserva de humanismo y maestra en la creación de conocimiento, maestra de la cultura. Desgraciadamente en España son las carreras técnicas las más elegidas dejando en último lugar a todas las ramas humanísticas. La pregunta que yo me hago es: ¿estamos verdaderamente enseñando a pensar? La Iglesia también desde sus instituciones académicas tenemos algo que decir en este nuevo panorama universitario europeo. Para salvaguardar la defensa del humanismo cristiano hay que acercar la universidad a la Iglesia y la Iglesia a la universidad. Es preocupante esta ola de opinión que quiere reducir lo religioso al ámbito de lo privado.
El hecho de que los universitarios españoles hayan llegado a la conclusión de que el tener creencias religiosas no es un pre-requisito para que las sociedades sean moralmente mejores es un dato indicativo de que estamos fracasando en el intento por hacer una universidad mas humanizadora desde el diálogo permanente de la fe con la ciencia.
Este cambio de mentalidad que exige un trabajo paciente debe ir acompañado de acciones concretas, por ejemplo :
• Potenciar el compromiso y la acción con alumnos y profesores alejados de la fe. Pretendemos hacer que el joven que se mueve en el ambiente universitario acepte a Jesucristo y desee incorporarse a la comunidad cristiana. Esto se hace principalmente cultivando la presencia personal para, posteriormente, poder pasar a un anuncio explícito. La acogida crea amistad y responsabilidad hasta suscitar en el joven universitario la conciencia de que su persona tiene valor, esto hace que de él salga lo mejor.
• Hacer presente a la Iglesia en el campus y residencias universitarias. Nuestra presencia debe ser encarnada, presencia es estar físicamente, una presencia que se puede contabilizar en horas, minutos y segundos; es estar donde están los estudiantes y profesores poniendo de nuestra parte tiempo y paciencia; es conocer sus problemas y dialogar con ellos. Y desde este modo y saber estar, convertir la conciencia personal de los miembros de la comunidad universitaria.
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• Acompañar y atender a los profesores.. Lo que se aprende en la universidad debe servir para la vida. Esta repercusión en lo personal y lo social de lo que le llega al alumno está en manos del profesor. Ellos son los que más horas pasan con el alumno. Evangelizar al profesor es evangelizar, también, al alumno. Como agentes de pastoral debemos ayudar a los profesores a trabajar por una libertad del hombre y para el hombre, acompañarle, también a ellos, en su ciclo de perfeccionamiento personal creando acciones específicamente para ellos y proporcionándoles información precisa y cualificada sobre sus avances en el camino de su propia experiencia de fe. Es importante implicarles en un proceso permanente de reflexión personal y común ( con otros colegas ).
• Sensibilizar en la comunión con las nuevas pobrezas. En nuestra sociedad, urbana y rural, nos encontramos con jóvenes que han caído en las redes de la droga, con jóvenes inmigrantes que no tienen papeles, con jóvenes en paro totalmente desencantados y con un futuro incierto, con jóvenes desestructurados, con jóvenes que han caído en la delincuencia… todos son nuestros destinatarios, porque lo son de Cristo. Tendrán que ser los destinatarios de los líderes políticos del mañana y como en la vida nada se improvisa hay que trabajar en la Universidad esta opción. Es necesario dotar a la comunidad universitaria rica y culta de mentalidad misionera en medio del mundo. Como bien recordó el padre Pedro Arrupe “la misión no puede prescindir de los auxilios intelectuales y culturales” ( Cfr. intervención de P. Arrupe en el Concilio Vaticano II. 12 de Octubre de 1965 ), lo contrario sería empobrecer la tarea de auxilio a los últimos de este mundo. Una Universidad no puede prescindir de esta mentalidad. Debemos influir y potenciar que las grandes publicaciones científicas de historia, cultura, ciencia y religiones deben ocuparse de la investigación, información y desarrollo de los más pobres.
2.- Actitudes del evangelizador en el espacio público universitario.
El agente de pastoral que quiera trabajar apostólicamente en la Universidad pública lo primero que tiene que tener claro es que la fe no es objeto primario del interés de la Universidad por tanto debe trabajar para lograr ese interés inexistente, ¿cómo? Dando que hablar. Siendo buen compañero o buen profesor, estar con las personas con las que nadie quiere estar, hacer que mi manera de ser y estar genere preguntas en los demás quizá rompiendo estereotipos, y destacar por participar en todos los espacios comunes. Esta es una forma de evangelizar “indirectamente”, creo la más adecuada para un espacio como el Campus donde se ha silenciado la voz de Dios. La nueva evangelización de la que habla y testimonia el papa Francisco no es solamente una forma de hablar, sino una forma de vivir; hagamos, pues, que nuestra vida en la Universidad llame la atención. Si la Universidad se ha deshumanizado nuestro trabajo será llevar al Campus las cuestiones existenciales. Esta nueva evangelización supone una nueva espiritualidad: oración del corazón y pastoral de la vida afectiva. Algunos especialistas en pastoral hablan de crear microclimas de comunión. Lo veo muy acertado y a esto me refiero cuando digo que hay que participar en los espacios comunes, participar sí, pero no de cualquier manera.
Los jóvenes cristianos que llegan por primera vez a la Universidad lo primero que se van a encontrar es una opinión anti-eclesial generalizada basada en estereotipos, etiquetas y prejuicios. Por tanto nosotros ¿qué aportamos en este espacio?
Profundidad frente a banalidad.
Calidad frente a chapuza.
Escucha frente a sordera.
Responsabilidad frente a pasotismo.
Justicia frente a desinterés.
Comunidad frente a individualismo.
La Iglesia Católica desde hace 250 años hemos perdido el liderazgo con la cultura. Este liderazgo solo se recuperará apostando por una nueva pastoral Universitaria, una nueva pastoral de la inteligencia en el marco de la pastoral de la cultura. Nuestro trabajo consiste en alimentar el pensamiento. Pero lo más importante en esta evangelización no son los acuerdos marco, ni las actividades culturales, que también, sino las relaciones personales, el tú a tú; es tiempo de pensar, de dialogar, de resistir, de crear vínculos entre las personas y, sobre todo, de buscar a Dios. Trabajar en el espacio público universitario es integrarse en este espacio y transformarlo desde dentro; ayudar a estudiantes y profesores a salir de los tópicos; se trata de que seamos interlocutores para ayudar a clarificar a los que están en tierra de nadie. No importa si no nos dejan poner capillas en el campus, no importa si no nos permiten usar aulas o espacios comunes, los templos son las personas, vayamos a las personas. Desde mi experiencia la actitud fundamental del agente de pastoral en la Universidad pública es una y muy sencilla : la alegría. Creedme, esto atrae al personal. Que nos vean siempre con una sonrisa y una sonrisa para todos independientemente de la condición política, social, religiosa o sexual de nuestro interlocutor; acoger a la persona siempre con una sonrisa, este es solo un punto de partida pero que garantiza el éxito en las relaciones personales; ahí empieza la evangelización.
3.- La visión del Papa Francisco.
Recuerdo unas palabras del consejo pontificio de la cultura “la presencia de la Iglesia en la Universidad se inscribe en el proceso de inculturación de la fe como una exigencia de la evangelización” ( Cfr. Consejo Pontificio de la Cultura. 1994 ). La fe debe hacerse cultura, esta es la única manera de transformar la sociedad desde la Palabra del Evangelio, no hay otra. Si queremos una Iglesia viva, fuerte y significativa debemos privilegiar complementariamente estas dos áreas: la labor caritativa y social y la pastoral de la cultura. Esto implica hacer opciones. En este sentido el Papa Francisco pronunció un breve y útil discurso en Cerdeña donde dejó claro su pensamiento sobre la pastoral de la cultura: si queremos hacer verosímil culturalmente a Dios no podemos utilizar el enfrentamiento. Yo creo que cuando el Papa habla de diálogo desde la mansedumbre se refiere precisamente a esto: sin renunciar a lo que somos ayudar a crecer desde el diálogo. Y finalmente esto nos lleva a vivir nuestro espacio universitario como un lugar de discernimiento. “En este punto nos preguntamos: ¿hay un camino a recorrer en esta situación nuestra? ¿Debemos resignarnos? ¿Debemos dejarnos oscurecer la esperanza? ¿Debemos huir de la realidad? ¿Debemos «lavarnos las manos» y encerrarnos en nosotros mismos? Pienso no sólo que existe un camino a recorrer, sino que precisamente el momento histórico que vivimos nos impulsa a buscar y hallar caminos de esperanza, que abran horizontes nuevos a nuestra sociedad. Y aquí es precioso el papel de la Universidad” ( Cfr. Discurso del Santo Padre Francisco al mundo de la cultura. Aula Magna de la Pontificia Facultad de Teología de Cerdeña. Domingo 22 de Septiembre de 2013 ). En su discurso al mundo de la cultura en la Universidad de Cerdeña el Papa propone trabajar la Universidad como lugar de discernimiento.
La propuesta es leer y vivir la realidad sin fugas ni catastrofismo. El Papa valora que vivimos un cambio de época en la cual hay que recuperar lo humano en todas sus dimensiones. Este discernimiento, según Francisco, implica por un lado interrogarse sobre lo que es bueno de tal manera que alimentemos nuestra esperanza; y, por otro lado, leer la realidad sin prejuicios. Este discernimiento hay que hacerlo desde la cultura de la cercanía, una expresión que el Papa Francisco emplea en muchas de sus alocuciones. Pero, a mi juicio, lo más interesante en este brevísimo discurso del Papa al mundo de la cultura en Cerdeña es su triple visión de lo que debe ser el espacio universitario: la Universidad como lugar de “sabiduría”, la Universidad como lugar en el que se elabora la cultura de la “proximidad” y en tercer lugar la Universidad como lugar de formación a la “solidaridad”. Esta triple visión aparece enmarcada por la actitud del discernimiento. A mí me parece un magnífico marco para un programa de nuestro trabajo de la pastoral universitaria en el mundo de la cultura.
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