Alicia Ruiz López de Soria, odn
¡Ojalá se pongan de moda los santos! Y si se habla un poquitín más de las santas… mejor que mejor. A fin de cuentas, ¿quiénes fueron las primeras en encontrarse con el Resucitado y siguen sosteniendo callada y mayoritariamente la transmisión de la fe? El papa Francisco ha hecho tocar la sirena para que todos nos planteemos con osadía el camino de la santidad… convencido de que con el aliento de la comunidad eclesial es más fácil.
Te acerco brevemente a esta mujer:
Juana de Lestonnac. Una santa contigo, conmigo… en Compañía de María.
Nace en Burdeos (1556), en el seno de una familia bien situada sociopolítica y culturalmente. Será la sobrina predilecta del noble señor Michel Eyquem de Montaigne, consejero del Parlamento de Burdeos y, después, autor de los Ensayos, obra cumbre del pensamiento humanista francés del siglo XVI.
Una joven que vive en primera persona y a fondo las vicisitudes religiosas de su época, principalmente por el hecho de ser hija de un convencido católico, Ricardo de Lestonnac, y una ferviente calvinista, Juana Eyquem. Inteligente y lúcida, afortunada por recibir una exquisita educación, tomará la decisión de profesar la fe católica movida por experiencias personales de Dios que dejan huella en su corazón.
Responderá de manera adecuada a los signos de los tiempos. ¡Discernió lo pasos que dio! Es feliz casándose con Gastón de Montferrant y siendo madre de 5 hijos, a quienes maternalmente acompañará en su formación. Durante 24 años tendrá una vida plena, si bien en los últimos se suceden los fallecimientos de su padre, su tío, su hijo y su marido. Juana de Lestonnac lejos de convertirse en una mujer apocada y sin futuro por las dificultades con las que se tropieza, emprende una nueva vida a través de la opción por la vida religiosa. Sus comienzos no serán gratos, incluso tendrá que superar un aparente fracaso tras abandonar por enfermedad el monasterio del Císter… pero, dejándose hacer y conducir por Dios, llegará a ser la Fundadora de la Compañía de María.
En 1640 muere con 84 años y, pasados los siglos, en 1949, la Iglesia la reconocerá santa. ¡Su vida es motivo de alegría para ti y para mí! ¡Anímate a conocerla +! ¡Sitúa entre tus amigos a los santos!