Domingo 12 del tiempo ordinario (A)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: “No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea.ç
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo”. (Mt 10, 26-32)
Comentario:
El evangelio insiste en que, en medio de las penalidades y persecuciones, confiemos en Dios: No tengáis miedo. Os podrán hacer daño, calumniar, ridiculizar, perseguir: no tengáis miedo. Si dicen mentiras de vosotros, no os preocupéis de lo que puedan pensar los demás: Dios sabe la verdad. No tengáis miedo ni tan siquiera de la muerte. Dios cuida de vosotros.
A veces las responsabilidades de la vida nos pueden pesar demasiado y tenemos miedo a no estar a la altura, a no poder llevar toda la carga. Jesús nos viene a decir que hagamos lo que podamos y no nos sintamos responsables de aquello a lo que no llegamos. Dios cuida de nosotros y nuestra vida está en sus manos. No os dejéis llevar por la desazón.
En positivo dice el texto evangélico que quien se ponga de parte de Jesús ante los hombres, este también se pondrá de su parte ante el Padre del cielo. No significa que tenemos que utilizar el nombre de Dios a todas horas, con el peligro de desfigurarlo, sino vivir como Él quiere. Ponerse de su parte en los criterios de vida.
En negativo, Jesús dice que a quien le niegue ante los hombres ël también le negará ante el Padre del cielo. Jesús no deja a nadie, ni tan siquiera a quien lo niega. Pero no fuerza a nadie a aceptarle.
Nos entristece que seres queridos no acepten a Jesús en su vida. A veces la negativa no es a Jesús sino a una forma de entender a Jesús. Es un “no” a un falso Jesús. Ya el maestro Eckhart (1260-1328) pedía: “Dios mío, líbrame de mi Dios”. Líbrame de imponer a los demás un Dios fabricado por mí.
Casi todos tenemos necesidad de irnos convirtiendo de la increencia o de una creencia con muchas carencias a una fe personal, purificada y firme. Es un camino que tenemos que ir recorriendo a lo largo de la vida paciente y confiadamente. Juan Martín Velasco dice que “entre saber sobre Dios y sobre Cristo y creer en él hay la misma distancia que entre saber sobre el amor porque hemos leído libros que lo explican y conocerlo porque se ha tenido la suerte de amar y ser amado”.
Eso no constituye una invitación al relativismo o al escepticismo, sino precisamente a no tener miedo y dejar que sea el Dios compasivo quien acoja con cariño nuestra forma imperfecta, pero bien intencionada, de expresar nuestra fe.