Cada día que pasa, nos lleva a darnos cuenta de que tenemos menos días para gestionar ante nosotros. La mayoría de los jóvenes, como los adultos en una etapa de sus vidas, se arrepienten. El de no haber sido capaz de realizar un sueño que tenía en su corazón. Es demasiado tarde no es la solución ni la conclusión para este tipo de preocupación. La felicidad es una elección y debemos darnos cuenta de que nuestro tiempo, nuestra vida, es ciertamente limitada, pero las acciones y posibilidades son infinitas. Debemos discernir sabiamente las prioridades que tenemos en nuestras vidas, esto nos ayudará mejor a no caer en el arrepentimiento por haber perdido el tiempo. Este discernimiento requiere para nosotros, jóvenes cristianos, una escucha atenta de la Palabra de Dios, una vida de oración asidua y la práctica permanente de las obras de caridad. El buen joven de hoy tiene una buena oportunidad de ser el mejor adulto de mañana. Es ahora cuando debemos abrir los ojos y actuar a tiempo.