MOVILIZACIONES, MOVIMIENTOS Y OTRAS MOVIDAS JUVENILES EN TIEMPOS DE CRISIS Y RESISTENCIA – Miguel Ángel Jaimes Ruiz

Asistimos al agotamiento de sistemas económicos y políticos en América Latina y el Caribe que no logran responder a las necesidades vitales de las personas. Es «un mundo preso de la crisis económica, el cinismo político, la vaciedad cultural y la desesperanza» (Castells). Es una situación de frustración que viven especialmente los jóvenes quienes expresan en sus manifestaciones de forma clara e irónica: «no somos antisistema, el sistema es anti nosotros».

El resurgimiento de los nuevos movimientos sociales juveniles son una respuesta al impacto de los modelos de desarrollo basados en un capitalismo salvaje que desemboca en la exclusión y la inequidad afectando de forma dramática a las poblaciones más vulnerables y también a la Madre Tierra; según el papa Francisco: «la cultura del descarte afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura afectando el planeta entero».

El miedo y la impotencia que paralizan o llevan a dejar su familia y su país en búsqueda de oportunidades afectan a estos jóvenes migrantes quienes no encuentran respuestas suficientes ni en el socialismo del siglo XXI que llevó a países de Latinoamérica como Venezuela a situaciones límite en las dimensiones económicas, sociales y políticas, ni tampoco en varios de los países con gobiernos de derecha dominados por los intereses particulares y desacreditados por una corrupción sin límites.

Esta ha sido una de las reflexiones que han surgido en la Reunión Pre-Sinodal de Jóvenes donde expresaron lo siguiente: «los jóvenes que viven en regiones vulnerables desean y esperan acciones concretas de parte de sus gobiernos y de la sociedad: poner fin a la guerra y la corrupción; afrontar el cambio climático, la desigualdad social y la inseguridad».

Pero, ha habido una reacción enérgica y decidida. Un grito de liberación que han extendido los ciudadanos en América Latina y el mundo compartiendo el anhelo de recuperar la dignidad, la esperanza y la alegría de una vida justa en el siglo XXI.

Es así como se han venido gestando expresiones de la sociedad civil desde diversos movimientos sociales en el mundo que resumimos a continuación:

1. El 15M (España, 2011). Las acampadas, tomas de espacios públicos y movilizaciones masivas que iniciaron el 15 de mayo del 2011 serían expresiones de la indignación de una ciudadanía española golpeada por una profunda crisis económica especialmente dura para los jóvenes.
2. La MANE (Colombia) y Los PINGÜINOS (Chile). En estos países, los jóvenes se movilizaron contra la reforma educativa neoliberal que, desde varias décadas atrás y con diferentes niveles de afectación en cada país, viene transformando un bien público en uno privado.
3. Los Dreamers (EEUU, 2017). Son jóvenes que ingresaron a Estados Unidos de manera irregular acompañando a sus padres y que sin saber su condición migratoria han vivido en este país al que consideran su hogar. En EEUU, el movimiento de los dreamers agrupa a todos estos jóvenes indocumentados que tomaron la decisión de organizarse sin temor a la deportación e iniciaron una lucha por una reforma migratoria justa.
4. Movimiento 19 de abril (Nicaragua, 2018). Los ciudadanos jóvenes en Nicaragua acusan al presidente Ortega de estar reinstaurando una dictadura muy similar a la de Somoza. Las protestas contra el gobierno comenzaron el 18 de abril pasado por unas fallidas reformas a la Seguridad Social y se convirtieron en una exigencia de renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso del poder y corrupción.

Es muy iluminador realizar un acercamiento a la dinámica de estos nuevos movimientos sociales para tener en cuenta en los procesos de la pastoral juvenil. Aunque tienen motivaciones distintas encontramos constantes. Veamos algunos de esos rasgos:

• Son movimientos virales, conectados en red de numerosas formas en una estructura descentralizada. No son programáticos, pero proyectan una nueva utopía
• Construyen espacios de autonomía. Ocupan el espacio público y edificios simbólicos como una manera de ejercer la libertad y retar a la institucionalidad.
• Son movimientos no violentos que practican la desobediencia civil pacífica. Confrontan la represión y la violencia institucional de los gobiernos dando una respuesta no violenta pero contestataria que los legitima ante la sociedad en general.

En conclusión, las emociones como la rabia y la frustración por las situaciones injustas que experimentan los ciudadanos frente a la falta de respuesta a necesidades vitales llevan a realizar acciones arriesgadas individuales y colectivas interconectadas por un proceso de acción comunicativa. Este es el nuevo contexto, en el corazón de la sociedad, red como una nueva estructura social, en la que se están formando los movimientos sociales del siglo XXI entre contradicciones y aciertos y la pastoral juvenil está llamada a realizar una lectura de estos signos de los tiempos para sumarse a el cambio con lucidez y valentía apoyada en la fuerza del Evangelio y la doctrina social de la Iglesia.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• M. Castells, Redes de indignación y esperanza, Madrid, 2013.
• CELAM, Civilización del amor. Proyecto y misión. Bogotá, 2013.
• CELAM, El camino vocacional de la pastoral juvenil. Bogotá, 2003.
• M. C. García, «Movilización estudiantil para la defensa de la educación en Colombia». La revista de coyuntura, Cien días vistos por Cinep, nº 76, septiembre-noviembre, Bogotá, 2012.
• D. Gaxie, «Retribuciones de la militancia y paradojas de la acción colectiva». Intersticios. Revista sociológica de pensamiento crítico, Madrid, 2015.
• OSAL, Observatorio Social de América Latina, «Movimientos estudiantiles». Año XIII nº 31, Buenos Aires, 2012.
• Papa Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Roma, 2013.
• E. Rodríguez, Movimientos juveniles en América Latina: entre la tradición y la innovación, Montevideo, 2012.