MOMENTOS ANTES DEL PARTO – Joseph Perich

Joseph Perich

Un niño a punto de nacer, dijo a Dios:

-Mañana me envías a la tierra, pero ¿cómo podré sobrevivir allá siendo tan pequeño y débil?

-Entre los muchos ángeles he escogido a dos que te están esperando –contestó Dios.

-Pero aquí en el cielo paso las horas cantando y sonriendo. Soy feliz. ¿Podré hacerlo allá?

-Estos ángeles te van a cantar y sonreír todos los días y te vas a sentir muy feliz con sus canciones y sonrisas.

Y… ¿cómo voy a comprender sus palabras si yo no hablo el extraño idioma de los hombres?

Estos ángeles te hablaran y te enseñarán las palabras más dulces y tiernas que puede escuchar un humano.

-He oído que en la tierra hay mucha maldad. ¿Quién me va a defender?

-Estos ángeles te van a defender aunque les cueste la vida.

-Pero estaré muy triste porque ya no podré verte más.

-Estos ángeles te hablaran de mi y te van a mostrar el camino para volver a mi presencia.

En este preciso instante una paz inmensa reinaba en el cielo, no se oían voces terrestres.

El niño balbuceó suavemente:

¿Me puedes decir sus nombres, Señor?

Estos Ángeles se llaman: madre y padre.

REFLEXIÓN:

Estos días la mochila de los niños y el costo de lo que llevan dentro es el centro de interés de muchas familias. Los niños (también los padres y los maestros) ahora comienzan un viaje que les llevará hasta el próximo junio. Todo buen excursionista sabe que debe llevar sólo lo que sea indispensable, pero no cosas superfluas; harían pesado el camino. Esto también vale para la mochila de los padres.

Más allá de los libros, los niños «no paran de pedir», a menudo con la excusa de que los amigos lo tienen, y muchos padres «no paran» de buscar actividades extraescolares para cada día de la semana. Este cóctel resulta explosivo si no ponemos límites.

 Es significativo que cada vez más se dan casos de padres que denuncian a sus hijos adolescentes por malos tratos psicológicos. ¿Nos ha de extrañar? Si un niño no disfruta de la presencia de un padre y de una madre capaces de «perder el tiempo» jugando con él, escuchándolo, haciéndolo colaborar en las tareas familiares, si obtiene todo lo que pide y se apunta o se desapunta a la actividad extraescolar que quiere; si se inscribe, o no, a la catequesis porque quiere hacer la comunión, o no… Va creciendo un mimado pequeño dictador, presagio de un futuro familiar y laboral conflictivo. Incluso se dan casos de niños que chantajean a los padres, les ponen condiciones si quieren que se porten bien o para realizar los deberes de la escuela.

 Sé de un padre que cuando el niño dice «esto no me gusta» le responde, sin levantar el tono de voz, «nadie te lo ha preguntado». El niño capta que aquella comida forma parte de una alimentación necesaria y no hay que discutirlo.

«Al final del camino de la vida me preguntarán: ¿Has vivido? Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres de personas».

Este sensato pensamiento del obispo Pedro Casaldáliga lo podríamos hacer nuestro, padres y niños, cuando termine el curso escolar, vaciando las mochilas y contemplando el camino recorrido. Los niños sabrán para siempre que sus «ángeles de la guarda» se llaman «papá» y «mamá» y los padres también se darán cuenta de que en el fondo sus niños son unos «ángeles»; eso sí, un poco traviesos, bajados del cielo.