MESA DEL COMEDOR (LA) – Joseph Perich

Joseph Perich

    Había una vez un matrimonio joven. Él tenía 38 años y su mujer 36, tenían un hijo de 6 años. Vivía también en la casa con ellos la madre del cabeza de familia, señora de 80 años. Todo transcurría con normalidad salvo a la hora del almuerzo y de la cena, en donde la abuela sin querer chocaba las cosas y a veces ensuciaba el mantel.

Después de un tiempo, la mujer pidió a su marido que comprara una mesa para poner a su madre separada de la que  ellos comían. Y así fue. A partir del siguiente día la «abuela» empezó a comer sola sin molestarlos a ellos.

Pasó algún tiempo, hasta que un día el hijo de la anciana se preparaba para almorzar cuando notó que su propio hijo tenía en el comedor un par de maderas, clavos sueltos y martillo.

    Se acercó a él y le preguntó: «¿qué es lo que estás haciendo con esas cosas, hijo?».

Y el niño le respondió: «Estoy haciendo una mesa para cuando tú y mamá seáis mayores como la abuela».

REFLEXIÓN:

Cuando nuestras calles se vacían de turistas y las misas ya no se llenan a tope, es cuando nos encontramos y nos reconocemos más fácilmente los feligreses habituales de la Parroquia. Es la hora de hacer el recuento, darnos la mano y ponernos en el camino de un nuevo curso. Como toda comunidad cristiana debemos tender a guardar un lugar prioritario de la mesa a los más desvalidos. Por eso nos proponemos formar un grupo de voluntarios que, según sus posibilidades, puedan ir a hacer compañía a personas mayores que viven solas y no pueden salir de casa, enfermos que agradecerían una visita, en el hospital o en una residencia,… Y hacerlo, no a título personal, sino en representación de nuestra Comunidad de la Sagrada Familia, de todos nosotros. Si tiene alguna hora al mes y siente la llamada a responder, háganoslo saber de inmediato.