Los analistas del mercado dicen desde hace tiempo que vivimos en una sociedad VUCA[1], en la que la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad forman parte de las condiciones que rigen nuestro mundo. Tal vez por eso, porque no tenemos certezas a las que agarrarnos y todo pasa ante nuestros ojos a gran velocidad, necesitemos, más que nunca, experiencias que nos enraícen en lo profundo. De este nuestro mundo complejo e incierto y muy a menudo lleno de ruidos surge hoy una gran necesidad de sentido y silencio. Y tal vez también porque el ser humano nunca ha estado satisfecho si no se encuentra en «Casa».
El cultivo de la interioridad y el silencio surge al menos como un grito entre aquellos y aquellas que formamos el proyecto Más Que Silencio y me atrevo a decir que entre muchos de nuestros contemporáneos. «Silencio, por favor, necesito parar». «Silencio, por favor, basta de ruidos». «Silencio, por favor, necesito que me escuches» … Silencio. Buscamos spas, deportes para controlar el estrés, experiencias límite, y hasta probamos el yoga, el Thai Chi y ahora el mindfulness.
Cuando conseguimos pararnos un poco más en serio, asistimos casi perplejos ante una cascada de pensamientos, emociones e imágenes que brotan de nuestra mente con una fuerza descomunal sin orden ni concierto. Aparecen de forma más clara nuestras insatisfacciones, frustraciones y miedos. Es ahí cuando sentimos el aguijón del silencio y la soledad, y algunas personas concluyen rápidamente diciendo: «no quiero comerme más el coco, esto es una pérdida de tiempo». Otras deciden seguir adelante, aunque sientan el abismo del vacío, y no solo para poner un poco de orden a su vida, sino porque intuyen que precisamente ahí, en esa nada, está el Todo y que sosteniendo esa aparente oscuridad está la Luz. Muchas de ellas han tenido lo que llamamos experiencia religiosa, pero por motivos diversos ya no están vinculadas a ningún grupo o institución religiosa. Otras son creyentes asiduas, pero encuentran en sus prácticas espirituales caminos demasiado trillados o poco personalizados. Otras sin ninguna vinculación religiosa, simplemente tienen sed. Si tenemos la suerte de encontrarnos con el silencio y con alguien que nos ayude a recorrer el camino, podemos comenzar una preciosa aventura.
Más Que Silencio es un proyecto que nace con esa intención, una propuesta, entre otras muchas, de acompañarnos a transitar por el silencio y en él reconocernos con lo que siempre hemos sido, seres amados y amadas de Dios, nombrados por el Innombrable, asidos por el Amor. Quiere ser un lugar plural y diverso, sin caminos demasiado marcados, abierto a personas que provengan de horizontes religiosos diversos o de ninguno en particular. Un lugar abierto de escucha y encuentro en medio de la ciudad, para poder seguir viviendo nuestra cotidianeidad desde dentro, unificados lo más posible, sostenidos desde el Ser.
Desde Más Que Silencio ofrecemos herramientas y formación para que cada persona pueda hacer su camino, tanto de crecimiento humano como espiritual. El centro permanece abierto la mañana del miércoles y las tardes de lunes a viernes, incluyendo algún taller de fin de semana. Ante todo, abrimos un espacio para hacer experiencia de interioridad a través del silencio y la meditación. Para ello tomamos aspectos que son comunes tanto a la sabiduría de tradiciones religiosas orientales como occidentales (Padres del desierto). A lo largo de la semana vamos desarrollando propuestas que atienden a distintas sensibilidades, desde mindfulnes, a meditación con la Palabra de Dios, o la meditación en movimiento, yoga y danza contemplativa. Creemos que este modo de acercar a Dios y a lo profundo de lo humano integra bien las distintas dimensiones de la persona, cuerpo, mente y espíritu, y nos une en lo esencial. El protagonismo es ante todo de la persona que hace el camino y para ello se requiere silencio y escucha. Siempre desde una mirada abierta al mundo y sus preocupaciones, pues si no, no sería una auténtica espiritualidad.
Aunque las propuestas llegan fundamentalmente a adultos, tenemos espacios y formación dirigida especialmente a los jóvenes, con el diseño y la flexibilidad que requieren. Formación acerca de la interioridad a animadores y profesorado. En la Universidad Rey Juan Carlos se imparte un curso al que acuden jóvenes de los distintos campus y los jueves, cada quince días, hay una oferta para jóvenes que quieran hacer experiencia de silencio en el centro. Esta propuesta la hacemos en colaboración con la JEC (Juventud Estudiante Católica) y en estos momentos la estamos ofreciendo a otros grupos o instituciones que quieran compartir este espacio llamado «Jueves Joven». Quiere ser un lugar de comunión y de mezcla donde enriquecernos todos desde los distintos carismas y sensibilidades. Y ante todo de convocatoria, para poder invitar a amigos diversos que puedan provenir de mundos diferentes. Desde la experiencia que vamos teniendo, para los jóvenes resulta una oferta atractiva. En ellos constato que todo es primavera y poseen grandes espacios verdes en los que cultivar la sed de eternidad. Y, como todo, requiere continuidad por nuestra parte y salir a su encuentro.
[1] VUCA es un acrónimo que responde (por sus siglas en inglés) a un entorno concreto determinado por la Volatilidad (Volatility), la Incertidumbre (Uncertainty), la Complejidad (Complexity) y la Ambigüedad (Ambiguity).
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