LUMINOSA VENTANA DEL HOSPITAL – Joseph Perich

Joseph Perich

Dos hombres, ambos enfermos de gravedad, comparten la misma habitación de un hospital. A uno de ellos se le permitía sentarse, su cama estaba al lado de la ventana; el otro, debía permanecer acostado de espalda todo el tiempo.

Todas las tardes, el compañero de la ventana  pasaba el tiempo relatándole a su compañero lo que veía por la ventana.

La ventana daba a un bello parque con un lago, los patos y cisnes se deslizaban por el agua. Mientras los niños jugaban con sus botecitos a la orilla del lago, los enamorados se paseaban de la mano entre las flores multicolores,  era un paisaje con árboles majestuosos y…, a medida que el señor, cerca de la ventana, describía todo esto con detalles exquisitos, su compañero cerraba los ojos y se imaginaba un cuadro pintoresco.

Una mañana, la enfermera al entrar para el aseo matutino se encontró con el cuerpo sin vida del señor cerca de la ventana. Con mucha tristeza avisó para que trasladaran el cuerpo. El otro señor, con mucha tristeza, pidió que lo trasladaran cerca de la ventana. Se apoyó en un codo para poder mirar al mundo exterior por primera vez pero, al asomarse, lo que vio fue la pared de un edificio.

Confundido y entristecido, le preguntó a la enfermera, ¿qué sería lo que animó a su difunto compañero a describir tantas cosas maravillosas fuera de la ventana? La enfermera respondió que el señor era ciego y no podía ver ni la pared del edificio.

Entonces ella dijo: «Quizá solamente deseaba animarlo a usted»

REFLEXIÓN:

Los santuarios de Lourdes, Montserrat, El Vilar, Fátima… aparecen como «faros» en la oscura noche de muchos enfermos. Algunos tienen la suerte de poder desplazarse y ponerse a los pies de la Virgen María. Ya de regreso a sus casas, el proceso de la enfermedad sigue su curso, pero la manera de afrontarla puede desconcertar a los demás, hasta el extremo de provocar envidia. El clima de gratuidad, ternura, esperanza y fe en la que se han sumergido comunitariamente la exteriorizan sin complejos, hasta convertirse en un regalo (y no en un problema) para los suyos.

Las Parroquias de Blanes estamos de suerte: con motivo de los 50 años de su Coronación, es Ella la que va a venir a nosotros. ¿Qué acogimiento le podemos preparar para que se encuentre a gusto entre nosotros?

Lo que sí saben de cierto, es que Ella prefiere acercarse «al pie de la cruz» de los heridos y de los más débiles. En la medida en que seamos sencillos como para reconocer nuestras debilidades y heridas, dejándolas cicatrizar por el resplandor que irradia María, podremos revivir el milagro de las Bodas de Caná: el agua convertida en vino, en fiesta.