LOS OLORES DE LA IDENTIDAD – Comunidad Monasterio de la Santísima Trinidad Suesa

Etiquetas:

LOS OLORES DE LA IDENTIDAD Descarga aquí el artículo en PDF

Comunidad Monasterio de la Santísima Trinidad Suesa

http://www.monjasdesuesa.org

Los evangelios nos presentan a un personaje que se acerca a Jesús para preguntarle cómo vivir una vida plena. Jesús le contesta que busque él mismo la respuesta en la Sagrada Escritura, y esto es lo que encuentra: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo» (Lc 10,27). Quien haga esto vivirá, según las palabras del Maestro. También podríamos escuchar que quien haga esto será alguien que ha descubierto quién es.

Alguien que conoce su identidad es alguien que puede amar con todo su ser, precisamente porque conoce este ser. Y lo conoce, no porque otra persona se lo haya contado, sino porque se ha puesto delante de la pregunta por su propia identidad y ha olido la respuesta. Sí, olido, porque nuestra identidad no se presenta ante nosotras con la claridad de una imagen o una explicación en palabras, sino que tiene mucho que ver con el sentido del olfato, puesto que es algo sutil, que se intuye y se discierne, pero al mismo tiempo es inconfundible.

El camino de la madurez es el de acoger, comprender y armonizar lo que somos, lo que queremos ser, lo que se nos ha dicho que somos y lo que creemos que deberíamos ser. La respuesta de ese doctor de la Ley que quería saber cómo tener una vida plena nos va a llevar a contemplar los grandes olores de la identidad, que, cuando aprendemos a distinguirlos y respirarlos, nos permiten ser personas maduras que pueden ofrecer lo que son y amar.

  1. «Con todo tu corazón»: el olor potente de la atracción

El primer olor que nos va llevando a descubrir nuestra identidad es muy potente, ya que es el olor de aquello que nos atrae. No nos resulta difícil notar que el corazón se nos va irresistiblemente hacia algunas cosas: personas, lugares, actividades, estilos de vida… Cosas que nos huelen como atractivas y deseables, que nos orientan en una dirección. Sin embargo, a veces podemos negarnos a dejarnos impregnar por esos olores, porque nuestra mente, con todos sus condicionantes, nos dice que es mejor olvidarlos y buscar otros más comunes, más aprobados por nuestros círculos cercanos. Cuando aceptamos que nos atraen ciertos olores y otros no, empezamos a descubrir nuestra verdadera identidad: distinguimos entre quien somos y quien quisiéramos ser. Puede ser doloroso, pero nos sitúa en nuestra propia realidad, aquella que Dios ha creado y desea que se despliegue en el mundo.

  1. «Con toda tu alma»: el olor delicado del más allá

El segundo olor de la identidad es más sutil, nos puede costar más reconocerlo. Se trata del olor del horizonte, de los sueños, de lo que está más allá del mundo en que hemos vivido hasta ese momento. Es el olor de las intuiciones que pasan por nuestra alma anunciándonos cielos infinitos, anchos mares, otros seres humanos con quien unirnos en la profundidad, lo Trascendente, una humanidad renovada. Cuando seguimos este olor, damos pasos atrevidos, salimos más allá de lo que se espera de nosotras, somos valientes y creativas, y descubrimos que esta valentía y creatividad forman parte de nosotras. Vamos sintiendo que existimos para algo, para poner algo bueno en el mundo, y que hay mucho desconocido que nos abre a nuevas dimensiones de la existencia.

  1. «Con todas tus fuerzas»: el olor consistente de la voluntad

El tercer olor suele mostrarse cuando ya conocemos los dos primeros. Estos se disuelven un poco en el ambiente y dejan aparecer el de la voluntad, que no es tan agradable ni llamativo, pero ahí está, necesario para dar solidez a nuestra identidad. El olor de la atracción y el olor del más allá nos han contado quiénes estamos llamadas a ser, quiénes somos en potencia. Pero para que esta identidad eche raíces en un lugar, con unas personas, en la relación con Dios, en definitiva, para que sea capaz de encarnarse en un compromiso concreto, hemos de ser capaces de conocer el olor de la voluntad. No debemos confundirlo con el de la autoexigencia, que nos marca una meta y nos obliga a llegar a ella por puños. Es un olor que se respira bastante adentro y nos da consistencia y serenidad, porque nos mantiene orientadas y a la vez flexibles.

  1. «Con toda tu mente»: el olor atento del conocimiento

Este olor nos acaba de confirmar en quiénes somos. Es el olor que llega a nuestro entendimiento y que nos permite ir discerniendo si nuestra vida es un bien para las demás, si estamos entregándonos del todo, si somos personas auténticas y fieles a lo que Dios crea en nosotras, si no estamos cayendo en la comodidad o estamos manipulando a las demás. Es el olor que no nos permite instalarnos en la satisfacción por lo que hemos alcanzado ser, ya que nos da un toque de atención para interrogarnos sobre si estamos viviendo nuestra identidad más profunda o nos hemos construido un personaje que nos gusta. Si nos molesta olerlo, será que tendremos que revisar algunas cosillas…

  1. «Y a tu prójimo como a ti mismo»: el olor pleno de la complementariedad

El último olor es el que realmente nos lleva a la plenitud. Es el olor que se huele en compañía, o más bien, en comunión. Es el olor que nos dice que no lo somos todo, pero sí somos todo lo que podemos ser. Nos empapa de la confianza en que no debemos añorar otras identidades, porque estamos bien así, como Dios ha querido. Nos muestra que la plenitud la encontramos no tanto regocijándonos en nuestra propia identidad sino en la comunión de los seres que se complementan cuando se ofrecen y se entregan mutuamente.

No sabemos si el doctor de la Ley llegó a oler con su propio olfato aquello que había leído en la Escritura y que respondió a Jesús sin dudar. Sí que tenemos la experiencia de que el mundo está lleno de olores que nos permiten descubrirnos y construirnos a nosotras mismas y ayudarnos unas a otras a hacer lo mismo. Muchas personas han plasmado su experiencia con el arte, como en esta canción de Rozalén llamada Y busqué.. Anímate a respirar hondo y atento…