LA VERDAD DE JESÚS EN TIEMPOS DE POST VERDADESRPJ 564Descarga aquí el artículo en PDF
Germán López
La realidad del mundo actual ofrece al ser humano, especialmente a los jóvenes, un estilo de vida mediado por el hedonismo, una búsqueda incansable de sensaciones, tal vez pasajeras, que generan un bienestar inmediato: la comida, la música, los amigos, los lugares, el sexo, entre otros. Con esto no queremos sonar conservadores, es cierto que todas estas dinámicas constituyen la realidad, pero al parecer, se han convertido en las únicas capaces de dar sentido a la existencia.
Si profundizamos en este asunto, en el marco de quienes acompañamos procesos de pastoral juvenil, esto se convierte en un reto significativo por varias razones. Primero, porque estamos inmersos en ese dinamismo, porque es atractivo y en ocasiones la mente, o el «corazón» quieren vivirse de esa manera. Segundo, porque solemos encontrar jóvenes con una experiencia de Dios fuerte, que aviva a otros, pero que rápidamente pierde motivación y abandona la causa, aspecto que nos frustra, nos hace sentir solos o sin esperanza. Tercero, porque las estructuras sociales y eclesiales no representan lo mismo: la familia ya no suele ser el primer lugar donde los jóvenes desarrollan sus valores; el Estado ya no asegura lo mínimo para garantizar que los ciudadanos puedan vivir en lugares seguros, con el mismo acceso a ejercicio de los derechos, ni asegura el cumplimiento de los deberes; la Iglesia ya no es tenida en cuenta como referente de desarrollo moral o solidario.
Estas razones, que tal vez no son las únicas, llevan a que el intentar ofrecer la verdad de Jesús a los jóvenes sea muy complejo. Para los apóstoles esto tampoco fue fácil, pero lo lograron. Por tanto, siguiendo el ejemplo de los primeros seguidores de Jesús, tengamos en cuenta las siguientes claves:
- Confiemos, ¿en quién? En el Padre, Él nos llamó, a cada uno, a una misión en específico, para llevarnos por un camino de propio conocimiento y de construcción del Reino de Dios.
- Escuchemos, ¿a quién? Al otro, a cada joven, acogiéndolo con el amor del Padre, sin prejuicios, con la intención de hacer el bien, dejando que el Espíritu nos hable a través de ellos.
- Contemplemos, ¿para qué? Para tomar consciencia de la acción de Dios en nosotros, para estar atentos a su llamado, para mantenernos en ese lugar de paz auténtica que Él nos ofrece.
- Caminemos, ¿hacia dónde? Hacia donde Dios y los jóvenes necesiten que vayamos, aunque haya miedo, duda, incertidumbre o cansancio, solo al final del camino veremos lo que hemos avanzado y disfrutaremos de la compañía de con quien llegamos o conocimos durante el trayecto.
- Construyamos, ¿qué? Comunidad y con ellos el Reino de Dios. Es cierto que «el que camina solo en este mundo, se cansa», siempre necesitaremos de otro con quien podamos hablar, llorar, sostener, orar o amar, este es uno de los grandes regalos que nos ofreció Jesús, ser hermanos, ser parte de un cuerpo que coopera con la acción del Dios para transformar el mundo.
Como ven, para ofrecer la verdad de Jesús, hay que estar conectados con los dinamismos que nos ayuden a estar unidos a él, y solo así, nuestras palabras, sentimientos, comportamientos, inspirarán a los jóvenes a conocerlo, nombrarlo en su vida y ser capaces de encontrar las fuerzas para caminar a su lado.
Intentar ofrecer la verdad de Jesús a los jóvenes es muy complejo.