El director belga Michael Dudok de Wit en el año 2000 sorprendió al mundo de la animación con el cortometraje Father and Daughter, y no solo obtuvo el Oscar en su categoría, sino que logró interesar a los Estudios Ghibli, fundados por los maestros japoneses Hayao Miyazaki y Isao Takahata, y responsables de obras maestras como La tumba de las luciérnagas, La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro o El viento se levanta.
Tras nueve años de intenso trabajo conjunto, Michael y los Estudios Ghibli han creado una delicada joya de la animación.
La tortuga roja es una película tan deslumbrante que necesita un visionado calmoso y reiterativo, pues su capacidad para sugerir es tanta que puede dejarnos perplejos o abrumados en su hermosura. Dibujada con una fascinante pureza de líneas y colores, sin diálogos, pero llena de sonidos, entre ellos una maravillosa banda sonora de Pérez del Mar, que invita a escucharla al margen de las imágenes, visualmente tan bella y límpida que quizá no nos percatemos de su hondura.
No se necesitan palabras ante los encuadres –en su mayoría en plano general– en los que el paisaje empequeñece y absorbe al hombre, al tiempo que narra la relación mágica entre ambos, entendiendo al ser humano y la naturaleza como manifestación de lo sagrado.
Pues lo que nos viene a contar el realizador holandés es la historia de un hombre arrojado por una tempestad a una isla desierta, en la que una enorme tortuga roja le arruinará todos sus intentos de escapar de allí, pero también le permitirá sobrevivir y encontrarse con una mujer con quien compartir el resto de su vida.
Película apta para todos los públicos, solo casa mal con espíritus impacientes o sin capacidad para la fábula. Hay que saborearla despacio, apreciando bien sus detalles, en donde radica parte de su belleza y su sentido: el viento agitando las llamas de una hoguera o la ropa del náufrago; el fondo marino removiéndose al posarse un pez; las huellas dejadas en la arena o en un campo de hierba; el movimiento de las olas, las nubes o la vegetación; o el fascinante juego de sombras con que nos deleita en numerosas secuencias.
Una obra que nos habla sin énfasis, pero con sabiduría, de las cosas pequeñas que conforman la vida, pero también de lo misterioso, profundo y transcendente de todo lo que nos hace humanos y nos relaciona con nuestro hábitat. No se la pierdan y disfrútenla con sosiego
ALGUNAS PISTAS DE TRABAJO
– ¿Te ha gustado o no la película? ¿Ha conseguido emocionarte y hacerte reflexionar?
– ¿Qué crees que es lo más interesante y el mensaje principal del relato?
– ¿Qué es lo que más te ha gustado de la historia? ¿Qué es lo que más te ha hecho reflexionar? ¿Y lo más original?
– ¿Qué crees que representa la tortuga roja?
– ¿Cómo interpretas los pasajes más fantásticos? ¿A qué pueden hacer referencia?
– ¿Qué aspectos de la obra te parecen que contienen un mensaje ecologista y humanista?
– ¿Reconoces en la película alguna referencia a textos bíblicos? ¿A cuáles?
– ¿Y alguna conexión con la encíclica Laudato si? ¿En qué aspectos?
– ¿Cómo es tu relación con el medio físico en el que vives o con el que te relacionas?
OTRAS RECOMENDACIONES
Dersu Uzalá, (El cazador, 1975) No me resisto a incluir aquí la película del realizador japonés Akira Kurosawa. Para quien esto escribe, una de las mejores obras sobre la relación entre el hombre y la naturaleza y sobre la amistad y bondad de las personas. Es el relato de la especial relación entre Vladimir, cartógrafo del ejército ruso, y Dersu, un viejo cazador siberiano de la tribu hezhen, quien vive en una primitiva e ingenua armonía con su entorno natural. La sabiduría y la bondad que desprende el nativo marcarán para siempre la vida de Vladimir. Imprescindible.
Tierra prometida (2012) Película muy interesante ya referenciada en RPJ nº490-491, dirigida por Gus van Sant y protagonizada por Matt Damon; nos presenta los dilemas morales que debe asumir un empleado de una empresa gasística que se dedica a las perforaciones por fracturación hidráulica (fracking). Los imprevisibles impactos geológicos y su alta contaminación en un área rural empobrecida será su trasfondo ético.
La tortuga roja es una película tan deslumbrante que necesita un visionado calmoso y reiterativo
Hay que saborearla despacio, apreciando bien sus detalles, en donde radica parte de su belleza y su sentido
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