Es un texto sugerente falsamente atribuido a Charles Péguy, pero que en realidad es del canónigo inglés Henry Scott Holland (1847-1918) inspirado a su vez en un sermón de San Agustín llamado «La muerte no es nada en absoluto»
«El amor no desaparece jamás.
La muerte no es nada .
Sólo he pasado al cuarto de al lado.
Yo soy yo , tú eres tú.
Lo que éramos los unos para los otros lo somos siempre.
Dadme el nombre que siempre me habéis dado.
Háblame como siempre lo habéis hecho.
No uséis un tono diferente.
Seguid riendo de lo que juntos nos hacia reír.
Sonreid pensad en mi, rezad por mi .
Que mi nombre sea pronunciado en casa, como siempre lo fue
La vida significa lo que siempre ha significado .
Es lo que siempre ha sido. El hilo no esta cortado.
¿Por que tendría que estar fuera de vuestros pensamientos ,
simplemente porque estoy fuera de vuestra vista ?
Os espero, no estoy lejos .
Justo al lado del camino
Veis. Todo va bien «