Actualmente, más del 50% de las personas con titulación universitaria son mujeres, en cambio, en el mundo laboral, aquellos puestos especializados que requieren título universitario los ocupan más hombres que mujeres, ¿por qué? Diariamente nos llegan nuevas noticias sobre violaciones, abusos y muertes de mujeres, ¿por qué? Estas son algunas de tantas preguntas que nos podemos plantear cuando hablamos de la igualdad de género, pero para las que no somos capaces de encontrar una respuesta lógica ni racional.
A pesar de vivir en una sociedad moderna, culturalmente nacer de un sexo o del otro lleva implícito unos estereotipos y roles que, sin querer, nos inculcan desde la infancia y, sin darnos cuenta, nos adaptamos a ellos. Es necesario dejar de educar a los niños en el ser para sí (ser líderes, superarse, tener éxito…), y a las niñas en el ser para otros (cuida y ten cuidado…). Es necesario que dejen de oírse frases como; «es un juego de niñas», «los niños no lloran», «pegas como una nena», «no vayas sola»… Y no nos confundamos, esta cultura no solo afecta a las mujeres, los hombres ven limitada su capacidad de sentir, de cuidar de otras personas, viven con mayor presión para ser exitosos, y muchas veces son moralmente juzgados por el simple hecho de ser hombres.
Y aquí vuelve el por qué. ¿Por qué no tenemos claro que esta situación nos perjudica a todo ser humano? La igualdad de género no es cuestión de mujeres, es cuestión de personas. Debemos coger lo «masculino» y lo «femenino» y unirlo, mezclarlo, hacer que todo sea uno. Hombres y mujeres somos parte de esta sociedad, tenemos la posibilidad de generar cambio, y podemos y debemos actuar para no perpetuar la desigualdad. En el 2018 estamos viviendo un momento de gran revolución feminista, la gente se ha cansado de estas desigualdades y pide un cambio. Cambio hacia una sociedad donde se diga ¡NO! alto y claro; ¡NO! a las diferencias entre hombres y mujeres; ¡NO! a la superioridad de un sexo sobre el otro; ¡NO! en todos los aspectos que generan desigualdades entre personas, porque eso somos, a fin de cuentas, personas.
Y de nuevo otra pregunta, ¿qué podemos hacer como jóvenes integrantes de esta sociedad ante este PROBLEMA con mayúsculas? ¡Levántate!, ¡posiciónate!, ¡muévete! Porque es el momento, el momento de implicarte en tu entorno y creer en una igualdad que, te prometemos, es posible alcanzar, aunque nadie dijo que fuera fácil… Se necesita mucha ayuda para que los chistes machistas, dejen de ser graciosos. Se necesita mucha ayuda para que el respeto impere en nuestra sociedad, y, sobre todo, se necesita mucha ayuda e implicación para que este tema no deje a nadie indiferente. Pues, en definitiva, en todas las situaciones conflictivas, quien se queda en silencio sin hacer nada para cambiarlo, se convierte en primer cómplice.
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