27 siglos después, la forma de estar en el mundo – Luis Hernández

Abordar a Amós, uno de los profetas menores, un simple pastor que fue capaz de llamar vacas a las ricachonas de la época en su propia cara, es complejo, pero al mismo tiempo tan actual que pone los pelos de punta.  

En el capítulo 6 de su profecía se despacha a gusto contra el lujo y la euforia de la época, ¿de la época?. “El mundo se va a la mierda”, podría titularse el capítulo. ¿Hay hueco para la esperanza en medio de tantas comodidades y falta de compromiso con el otro? 

Vayamos paso a paso. 

  1. El profeta critica la falsa seguridad. ¿Quién no está más seguro con el sueldo maravilloso, un trabajo que te ocupe bien el tiempito (si tengo que hacer 8 horas extra a la semana, las hago), que no te deje margen para centrarte en tantas y tantas injusticias? Porque sí, cuando vas a clase o al curro tú también ves a ese sin hogar y su mirada que conmueve, tú también podrías haberte fijado en la señora que tenías enfrente en el metro y que rezuma desesperación o podrías haberte preocupado por ese colega que sabes que no está del todo bien. 

 

  1. Amos exclama en contra de la fanfarronería y pretenciosidad de los que buscan la riqueza por encima de todo. Cuanto más, mejor. La ambición es buena. En plan, querer ascender es bueno. Brillar por encima de los demás es bueno. ¿Es bueno? ¿O vivimos cegados por eso? 

 

  1. Se burla de las comodidades banas y superfluas. Claro, diréis, nosotros no dormimos en camas de marfil, ni comemos los corderos del rebaño, ni canturreamos al son del arpa y no nos ungimos con olorosos aceites (por mencionar algunas de sus críticas). ¿Seguro? Todo cuanto nos rodea es bienestar. Piensa en todo tu mundo: Smart TV, Teléfono 5G, muebles bonitos y caros, ocio, ocio y más ocio, cosmética para estar tan guap@s 

 

  1. Pero sobretodo, Amós alza la voz contra que a sus contemporáneos “no les duela el desastre de José”. Y así lo queremos también hoyQue no nos duela. Que aquel sin techo, aquella señora, aquel colega no sean tanto mis hermanos. Que esa guerra, ese campo de refugiados, esos enfermos por CoVid estén lejos, tan lejos que no pueda ni quiera hacerme a la idea de tantísimo sufrimiento 

1, 2, 3 y 4. 4 puntos (podrían ser más) en los que Amós, 27 siglos después (¡27!) nos ruge a nosotros, nos llama a salir de la rueda del consumismo y la superficialidad para dejar hueco en el corazón a Dios y sus constantes invitaciones hacia el bien y la vida feliz. Todo pueden ser señales de Dios, pero todas ellas pueden ser apagadas con nuestro modo “No molesten”.  

En medio llega el PadreNos llama, nos conmueve, nos habla bajito al corazón. Él no provoca escándalos como el profeta Amós, pero sí nos recuerda que los ricos son cada vez más ricos, que nuestros lujos nos alejan de los pobres, que participamos con nuestra indiferencia de la explotación y la falta de justicia. Nos dice que tenemos un corazón enorme, pero puede vaciarse, sino sabemos analizarnos y cuestionar nuestra forma de estar en el mundo. 

Luis Hernández