La fe de Tomás – Elena Pérez Hoyos

“Paz con vosotros.”

(Jn. 20, 26)

 

LA FE DE TOMÁS

 

Me dijeron que te habían visto. Que habitabas paisajes insólitos, que eras vida más allá de la muerte.

No podía creerles.

Tuve que caminar mucho para verte.

Y en ese camino me limpiaste los ojos, o el corazón, para que pudiera distinguirte en la miseria. Me mostraste los niños vagando, descalzos y sucios, las niñas con responsabilidades como ropas demasiado grandes, la señal dolorosa de los clavos quebrando tus manos… Y yo acaricié temblorosa aquellas señales, me asustaba tanto dolor, temía encontrarme la sangre, la carne que se deshace, la infancia irrecuperable… Y encontré en cambio la ternura, los besos, los bracitos al cuello, la ingenuidad de las niñas defendiendo su risa pese a todo… Te encontré, vestido de vida aunque estabas desnudo.

Me enseñaste los ranchos escalando el cerro, las calles de polvo, los techos de lata, las cuatro pipas de agua por semana…

Y me asomé a éstas las llagas de tu costado

esperando encontrar muerte. Y encontré siempre sonrisas, la invitación a punto, la palabra amable, el abrazo dispuesto… Me dijeron que te habían visto, que habías resucitado, que estabas allá en mil gestos cotidianos, en tanta gente olvidándose de sí misma, en los niños que te abrazan si les sonríes…

No podía creerles.

Hasta que me acerqué a la sangre de este barrio, a sus llagas, a sus clavos, a sus carencias, y te vi en él, pletórico de vida más allá de la muerte.

Señor mío y Dios mío.