LA ESPERANZA, UN HILO QUE NOS UNE. CONFIANZA EN DIOS PADRE – Maria José Rosillo Torralba

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LA ESPERANZA, UN HILO QUE NOS UNE. CONFIANZA EN DIOS PADRE

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La esperanza, ese faro que ilumina nuestros senderos en los momentos más oscuros, encuentra su fundamento más sólido en nuestra confianza plena en un Dios Padre en permanente presencia en nuestras vidas. Esta esperanza no es una ilusión pasajera, sino una convicción profunda arraigada en la relación única que tenemos con nuestro Creador.

Estamos unidos/as en la Creación. Somos criaturas concebidas por amor, moldeadas por las manos divinas. La Biblia nos revela que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1,27). Esta afirmación trasciende cualquier barrera racial, de género o social, pues todos, sin excepción, portamos la impronta divina. Somos hijos/as de un mismo Padre celestial, hermanos/as en la fe y en la humanidad.

Esta verdad fundamental nos une en un lazo indestructible, independientemente de nuestras diferencias. La Creación, en su infinita diversidad, es un reflejo de la grandeza y la sabiduría de Dios. Al reconocer nuestra común procedencia, superamos las divisiones y construimos puentes de fraternidad. ¿Por qué esperar? Nuestra Iglesia inclusiva y diversa se construye ahora.

Porque es ahora cuando Dios nos ama de manera incondicional, un amor que trasciende nuestras limitaciones y defectos. Este amor es la fuente de toda esperanza, pues nos asegura que nunca estaremos solos y que siempre tendremos un refugio seguro.

Es ahora porque a lo largo de la historia, Dios ha demostrado su fidelidad a sus promesas. Ha liberado a su pueblo de la esclavitud, lo ha guiado a través del desierto y lo ha consolado en momentos de dolor. Podemos confiar en que seguirá siendo fiel a nosotros.

No puedo dejar de creer que Dios es todopoderoso y capaz de realizar cualquier cosa. Para Él, no existen obstáculos que le impidan cumplir sus promesas. Y somos su Pueblo. Mientras sea Él quien nos sigue inspirando en esta tarea diaria de construir su Reino en este mundo, su poder nos da la certeza de que, incluso en las situaciones más difíciles, Él puede obrar maravillas.

La esperanza no es un sentimiento pasivo, sino una fuerza activa que nos mueve a levantarnos cada día y ser capaces de trazar nuestro mapa de ruta, sin perder el norte, sin perder la senda para la cual estamos aquí. 

Te propongo algunas preguntas para el trabajo grupal o la reflexión personal: 

  • ¿Cómo has experimentado el amor de Dios en tu vida?
  • ¿Qué te da esperanza en los momentos difíciles?
  • ¿De qué manera puedes compartir tu esperanza con los demás?