LA ERA DIGITAL EN EL ÁMBITO AFECTIVO-SEXUAL – Antonio R. Alonso Amez

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Antonio R. Alonso Amez

tony_caballero81@hotmail.com

Las relaciones afectivo-sexuales entre las personas viven en estos momentos una alta influencia de la tecnología y del espectro digital. Si tenemos en cuenta que en el tiempo actual la digitalización de la vida es un hecho demostrable podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la mayor parte de las cosas en las que hoy en día nos afectan tienen un componente tecnológico que, unas veces más marcadamente que otras, influye en nuestras vidas. Pero esa influencia no siempre es tan positiva como podemos intuir en un principio. Y es aquí donde el prisma del ser humano, la humanización de los entornos sociales y de convivencia, no pueden ser relegados a un segundo plano.

Recientemente los obispos canadienses publicaron una carta común aludiendo a numerosas aportaciones positivas de la incorporación de la tecnología a la evangelización. Sin lugar a duda, este hecho ha de ser considerado como una evolución natural de la cultura del siglo XXI; también en la dimensión espiritual de la persona. La tecnología se presenta como una herramienta a nuestro servicio para llegar más allá de los límites formales que el ser humano establece. Se nos muestra como facilitadora de aprendizajes, que intercambia ideas o saberes, que conecta vidas.

Y es en este aspecto donde dicho ámbito tiene su peligro o su dimensión más controvertida. Los prelados canadienses aluden a las palabras del papa Francisco en Fratelli Tutti acerca de este tipo de relaciones personales que se sirven de agentes tecnológicos dando como válido este canal comunicativo, carente en muchas ocasiones de veracidad, identidad comunitaria y que sientan sus bases en la inmediatez, olvidando el cultivo lento y progresivo de la amistad. Si quisiéramos sintetizar la misiva de la iglesia de Canadá, podríamos asegurar que la tecnología o digitalización está bien como una herramienta comunicativa, pero necesita de las relaciones humanas directas para conservar lo auténtico de la fe, su esencia.

La tecnología se presenta como una herramienta a nuestro servicio

Cuando llevamos estas ideas o consejos a un plano afectivo-sexual al que en un comienzo hacíamos referencia, uno de los casos más significativos que nos recuerdan es el manejo de aplicaciones y páginas web de contactos entre personas. Si bien estos recursos nacen con una naturaleza puramente económica (ganar dinero gracias a que existen personas que buscan una relación con un sentido práctico, cómodo, seguro e inmediato) no podemos olvidar que en numerosas ocasiones estos intentos resultan banales, fallidos, poco exitosos e incluso hirientes para los propios usuarios. Y es que la búsqueda de un contacto a través de una pantalla está expuesta al posible engaño y la consiguiente decepción.

La verdadera interacción personal no es tecnológica, aunque emplee tecnología

Es frecuente encontrar noticias que hablan de verdaderos desengaños amorosos, de rupturas dolorosas o de conflictos entre parejas porque construyen sus bases alejadas de la realidad de la naturaleza humana. Y en muchas ocasiones la tecnología ha tenido mucho que ver en estas situaciones indeseadas puesto que ha servido de mediadora personal o ha sido la que ha facilitado un acercamiento con unas expectativas que no se han cumplido o han sido enmascaradas por el propio ámbito digital, que deja a un lado el protagonismo del ser humano en favor de una comodidad o una rapidez en el encuentro de placer fácil, vacío de profundidad o amor, puesto que ya nace de lo artificial de un contacto anómalo, no de algo natural y que tiene sentido en sí mismo.

No obstante, es de señalar que estas aplicaciones o webs tienen también un trasfondo de servicio para interconectar personas, algo loable sin duda. Pero jamás una pantalla podrá sustituir a una persona; un perfil digital no enmascara una forma de ser real; un chat no suplanta una conversación directa. Y es que los silencios, las miradas, los gestos, las risas o los llantos y todo lo que emana del interior real del ser humano es imposible que se acerque mínimamente a lo que es una relación personal cara a cara.

La afectividad y la sexualidad se viven a flor de piel, de corazón, interconectando lo esencial de la persona en su propia naturaleza. Una máquina jamás suplantará un sentimiento ni podrá imitarlo. Simplemente porque nosotros requerimos de sentir para vivir y, pese a que recurramos a una aplicación de telefonía móvil para encontrar un semejante con quien sentir, no podrá suplantar al propio sujeto de nuestra búsqueda en el logro de ese sentimiento. Los seres humanos nos necesitamos más entre nosotros de lo que creemos necesitar a las máquinas que nos conectan o comunican. La tecnología está al servicio de la persona; nunca al revés. Gracias a Dios.

La tecnología está al servicio de la persona; nunca al revés.