La diversidad en la Iglesia – Edgar Azpilikueta

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(Am 5:21-23) «Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos.» 

El otro día hubo una noticia con la que por un momento me reí bastante. Por lo visto, en la Iglesia Católica de EEUU se montado un verdadero escándalo porque ha habido un par de sacerdotes que en el sacramento de su bautismo no recibieron la fórmula correcta: en vez de “yo te bautizo” se empleó otra bastante habitual en los ochenta en USA, “nosotros te bautizamos”. La consecuencia resulta entre patética y dramática: ahora de repente no ha sido válido nada de lo que hicieron. Ni los matrimonios que oficiaron, ni bautizos, ni nada.  Y ya ves tú, jocoso si no fuera triste el motivo del escándalo en sí mismo. 

A poco que se lea el Catecismo de la Iglesia Católica, la noticia se vuelve incomprensible. El Catecismo afirma: “Los sacramentos son eficaces ex opere operato («por el hecho mismo de que la acción sacramental se realiza»), porque es Cristo quien actúa en ellos y quien da la gracia que significan, independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, los frutos de los sacramentos dependen también de las disposiciones del que los recibe”  

Mientras tanto, entre tanta pamplina, ni las mujeres con vocación sacerdotal pueden ser ordenadas ni siquiera diaconisas de acuerdo a sus genitales femeninosni está bien visto que un sacerdote se declare homosexual si acaso quisiera,  ni las parejas homosexuales son reconocidas bajo el paraguas de la Iglesia mediante sacramento alguno (ante la comunidad de la Iglesia, porque a los ojos de Dios desde luego que no haría falta más que un corazón sincero) por mucho que el amor entre dos personas capaz de engendrar vida en sentido amplio (no la procreación) sea el principal distintivo del sacramento del matrimonio 

No obstante, rescatemos lo positivo. El milagro. Me gustaría reconocer a tantas personas, que pese a las “restricciones” o algunas miradas desaprobadoras que puedan recibir dentro de “la institución”, son ejemplos de fe y construyen Iglesia como cualquier otro, o que tienen una comunidad cristiana que las respeta e integra con normalidadDe hecho, y a cuenta de esto escribo estas líneas, recientemente he leído un libro sobre el tema, que me ha resultado muy esperanzador. “Caminos de reconciliación. Diez historias de fe y amor LGTBI”, de Pablo Romero Buccicardi, editorial PPC. El libro recoge diez testimonios, muchos sobrecogedores, de personas LGTBI con una profunda fe cristiana. Además, el libro es un rara avis, ya que ha sido editado por una editorial católica, lo cual no parece ser habitual. En cualquier caso, ilusionante leerlo por muchos motivos: da voz a una parte de la Iglesia que quiere seguir formando parte de ella pese a los rechazos que pueda generar y también un recurso interesante, ya que también hace una lectura amplia con pasajes del Evangelio. Testimonios con un punto profético y de esperanza para esta Iglesia tan plural.