Cuenta una leyenda que, durante la noche, una araña colgada del hilo se bajó de una rama, y tras encontrar un lugar adecuado, comenzó a tejer su tela.
Por la mañana, una vez terminada su obra, quiso comprobar con los primeros rayos de sol cómo había quedado: miró, remiró, y tuvo que admitir que era geométricamente perfecta. Una simetría maravillosa. No había ni un solo hilo fuera de lugar. La araña satisfecha, se felicitó a sí misma: era una constructora perfecta; la telaraña estaba hecha como una obra de arte.
Solamente… ¡vaya! el hilo que bajaba desde lo alto era terriblemente antiestético: lo estropeaba todo. No le gustaba. Dicho y hecho, la araña subió y lo cortó. Y de repente toda su maravillosa construcción se desplomó, cayendo sobre sí misma formando un amasijo, a la vez que arrastró en su desmoronamiento a la propia araña.
En el muelle de Blanes, bajo el Convento, tenemos «el banco del si no fuera», un lugar resguardado, donde sobre todo la gente mayor, en invierno, va a tomar el sol, compartiendo sus achaques «¡si no fuera por las rodillas!, ¡por la espalda!, ¡por…!». Pero, si somos sinceros, tengamos la edad que tengamos, todos nos apoyamos en «el banco del si no fuera».
«Si no fuera» por el trabajo, «si no fuera» por el hijo, «si no fuera» por los vecinos…
Era el problema de la araña: todo perfecto y bonito «si no fuera» por ese hilo antiestético que desentonaba pero que, con la pretensión de hacerlo desaparecer, demolió toda aquella maravillosa construcción.
Te propongo hacer el camino de la araña durante esta Cuaresma:
- Contemplar y extasiarse de todo lo que has tenido y tienes de precioso en la vida. Eso sí, haciendo un canto de acción de gracias.
- Darte cuenta y concretar bien cuál es tu «hilo antiestético», tu «si no fuera»: lo que ahora te amarga la vida, una relación mal llevada o rota, un defecto…
Y es que, si todos fuéramos perfectos y unos «cracks», entonces el mundo sería un infierno de prepotentes y fanfarrones insolidarios. Como rectificar es cosa de sabios, no haremos como la araña que pretendía eliminar ese maldito hilo, y ya hemos visto cómo terminó; sino que lo aceptaremos tal como es, lo colocaremos las veces que haga falta hasta encontrarle encaje en el conjunto de la obra de arte que somos.
Un amigo me decía: «Mi padre sufre de alzhéimer y quisiera encontrar la mano de Dios, su huella, en medio de este situación imprevista». Esta huella, esa mano, la acabo de encontrar en Peter, padre de familia nigeriano gravemente enfermo. Después de hacernos compañía, sin mirar el reloj, dándome cuenta de la precariedad económica familiar, me sale del corazón, y de la cartera, hacerle un pequeño donativo. Mirándome a los ojos dice: «Gracias, pero no puedo aceptarlo. Seguro que hay familias que lo pasan peor y usted las conoce». Esta sensibilidad solidaria surgida de este «hilo antiestético» (iba a decir de aquel » hijo antiestético» o «estorbo» social para alguien) difícilmente lo encontraríamos en una familia acomodada.
Bien mirado, nuestro «imposible», nuestro «si no fuera» cuando luchamos para superarlo o para convivir fraternalmente, y no fratricidamente (convirtiéndolo en un infierno), puede convertirse en el mejor campo de cultivodel que realmente nos podamossentir orgullosos.
«Bajar del burro», ser agradecidos y humildes, dejarnos ayudar o ayudar a los demás, ser un silencio lleno de presencia y de espiritualidad, no sentirnos indispensables pero sí necesarios, ser menos superficiales, pacientes, valorar lo poco que tenemos…
Precisamente en el pregón de la Vigilia Pascual proclamamos aquel despropósito, a los ojos de muchos profanos: «O feliz culpa», afortunada culpa, afortunada hecatombe la del injustamente crucificado. Y en la misma liturgia de esta Vigilia recitamos: «Protégeme, Dios mío, me refugio en ti. No dejarás en la tumba al que os ama. Me enseñarás el sendero de la vida: alegría y fiesta en abundancia en tu presencia; a su lado delicias para siempre» (Salmo 15).
En el camino de esta Cuaresma podemos leer en nuestro horizonte:
«He vivido para creer que todo puede cambiar. Si la luz es débil, el sol saldrá»
Te interesará también…
Newsletter
últimos artículos
Y TÚ, ¿TIENES CASA? NADIE SIN HOGAR – Ministerio de Transformación Social
Y TÚ, ¿TIENES CASA? NADIE SIN HOGAR Descarga aquí el artículo en PDFMinisterio de Transformación Social Comunidad Cristiana Escolapia https://www.itakaescolapios.org/ Las personas sin hogar, que duermen y habitan en nuestras calles, son el rostro más severo de la...
¡Ay de vosotros los ricos! – Iñaki Otano
Iñaki Otano En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:...