“Este largo viaje hasta tu mirada” es el título de la exposición. Y no es un título cualquiera. Porque en las obras del artista argelino Rachid Koraïchi que estos días se exponen en la Casa Árabe de Madrid la intención y el lenguaje escogido para transmitirlo son muy pertinentes.
Junto a la entrada del edificio neomudéjar vecino al Retiro, tres ‘Priants’ (Orantes, 2008) nos indican ya que su obra es más que un diálogo entre la tradición representativa del Islam y el mundo actual. Tres individuos de tamaño natural con forma de grafía: tres palabras del tiempo, del azul, del cielo, para la gran ciudad.
Dentro, en la primera de las dos salas de la exposición una frase nos recuerda algo esencial, también para el arte: “Aquello que no se ofrece está perdido” (Amara Koraïchi). Pero ¿por qué? Para entenderlo, no cabe sino deslizarse entre el centenar largo de placas que cualquiera confundiría con tablillas cuneiformes y admirar unas bellísimas estelas de alabastro en las que dialoga con Khalil Gibran –dice la cartela a todos los que desconocemos el árabe–, hay que dejarse cautivar sin más por la atmósfera de la sala. No, no son los motivos representados, ni es la luz, ni el silencio que nos envuelve a los poquísimos asistentes. Hay algo de especial en esa palabra dicha, ósea esculpida, esto es vista, comprendida sin palabras, trascendida, callada.
… Paso a la segunda sala…
Nos recibe este fragmento de un poema de las Rubayat del místico sufí Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī:
El corazón es un jardín secreto con árboles ocultos.
Único, pero con cien formas se manifiesta.
Es un océano sin límites ni orillas.
El alma oculta una ola, de cien formas se manifiesta.
Centenares de grafías me miran y las miro. Me arropan. No hay dos iguales. No hace falta título: semejantes, pero no idénticas, somos nosotros, La humanidad, nosotros, tan iguales y diferentes: verbum Dei.
Una hilera central de bellas cerámicas de formas simples y trazos azules nos hablan de su madre. O de las de todos, porque ellas son uno de los nexos humanos definitivos: palabras azules que conforman y abren, del cielo.
… Tras pasear de nuevo por las dos salas, salgo camino del Retiro…
Junto a mí caminan –como junto a Koraïchi– Rumi, Ibn Arabi, Attar, Tidjani, Gibran y tantos otros que han buscado al Misterio con alma y corazón como pudieron, con palabras distintas a las mías, sin duda. Al llegar a casa, redactando estas líneas, vibro con el sentir del artista argelino cuando dice “mis plegarias cotidianas son para mí mis creaciones gráficas y estéticas” (cf. www.rachidkoraichi.com). A mí me pasa igual: en lo que hago está mi plegaria más auténtica. Y, ¿casualidad?, son los maestros del espíritu quienes vienen y me lo recuerdan.
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Imagen adjunta: Rachid Koraïchi, La humanidad (detalle), fotografía personal en la exposición ‘Este largo viaje hasta tu mirada’ de la Casa Árabe de Madrid (2018)