KERKAPORTA – @franbeunza

Jesús fue un experto en buscar las Kerkaportas de las personas. Él fue capaz de encontrar esa puerta que da acceso a la ciudad interior, el corazón de cada uno, pero en vez de para saquearlo, para liberarlo. Lo encontró en la samaritana, en el recaudador de impuestos, en Zaqueo, en sus discípulos…En tantos y tantas que dejaron una de sus puertas entreabiertas para que entrara algo más que lo habitual, algo más que la lógica de lo “de siempre”.

A menudo nos volvemos pesimistas: que si las encuestas, los datos, la áspera realidad… casi todo nos señala como al ejército de jenízaros que la ciudad es inexpugnable, que la cultura occidental está bien fortificada. Que el mensaje cristiano no encaja, no entra, no cabe en tantas mentes y corazones, no llega, que a menudo no lo comunicamos bien, ni somos buen testimonio y sin embargo tendremos que hacernos expertos en “deambular” y mirar siempre con ojos nuevos hasta esperar ver la kerkaporta de la persona y mientras tanto resistir y no cejar en el intento de derribar tantas fortificaciones que no le dejan a la persona ser libre, ser feliz, crecer… Tantos muros nos encontramos y más que algunos están deseando construir continuamente y sin embargo la historia nos recuerda que existen las puertas entreabiertas.

Algunas “Kerkaportas” u oportunidades por las que me he sido testigo que se ha colado Jesús en mis chavales-as o en mí mismo:

-La vulnerabilidad. El fallo, el error, en la sociedad de la perfección y del rendimiento.

-El tejido de lo colectivo, el estar unidos, no estar sin más sino estar por y para el otro.

-Los ideales a prueba de balas y que nos pueden llevar a confluir con el ideal de Jesús, el reino de Dios.

-El samaritano que es su barco rescata inmigrantes en el mediterráneo.

-Y más!!!

¿Cuáles son las kerkaporta de nuestra época?  ¿Las de tus alumnos-as o las personas con las que estás? Todo el proceso pastoral es para que en algún momento la persona se deje tocar, deje entrar al Dios de Jesús, para dejar que las fuerzas del bien absoluto entren en nuestra ciudad.

Y quizás cuando pase el tiempo, mucho tiempo, algún maestro de la literatura podrá escribir con elegancia y maestría que uno de los momentos estelares de la cristiandad fue cómo el mensaje y un estilo de vida como el de Jesús fueron buena noticia para muchos-as en el siglo XXI.

 

KERKAPORTA

A veces en la historia de las personas o de las naciones un giro inesperado del destino lo cambia todo. En uno de mis libros favoritos: “Momentos estelares de la humanidad” Stefan Zweig narra con elegancia y maestría como una puerta entreabierta cambió el destino de la historia universal. Bizancio, también conocida como Constantinopla, la ciudad mejor fortificada de su tiempo, que había resistido heroicamente un asedio terrible, fue vencida por un descuido, por una imprudencia. Alguien se dejó una puerta abierta. A poca distancia del principal punto de asedio a la muralla, un par de guerreros otomanos consiguieron atravesar la muralla exterior y deambular tranquilamente por el interior de la ciudad. Al cerciorarse de que no era una trampa y de que habían conseguido entrar fácilmente decidieron entrar con una pequeña tropa de jenízaros. La Kerkaporta fue cruzada como sería cruzada un domingo cualquiera por unos mercaderes, se plantaron en el centro de la ciudad y atacaron a los defensores bizantinos de forma inesperada, gritando una frase que fue más mortífera que cualquier cañón: “¡La ciudad está tomada!” . Aquel ataque por sorpresa y aquel grito hicieron pedazos a la resistencia bizantina, que creyéndose traicionados abandonaron sus puestos para ponerse a salvo en el puerto y en los barcos.

Un pequeñísimo azar, la Kerkaporta, la puerta olvidada, ha decidido la historia de Europa y del mundo…

Esta miniatura histórica me sirve de pretexto para reflexionar sobre nuestra realidad. ¿No somos semejantes, a menudo, las personas a ciudades bien fortificadas, inaccesibles, lugares donde cuesta mucho entrar? ¿No es nuestra cultura líquida en el fondo una ciudad bien fortificada que con sus bondades y defectos a menudo no está dejando entrar lo trascendente? Lo evitamos, se defiende, se dispersa… pero el “asedio” de la pregunta y la sed por lo trascendente es una semilla sembrada en el ser humano desde su origen.