Convocatoria y antecedentes
En la memoria de muchos estaba el Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, convocado por el mismo Departamento de Pastoral de Juventud de la CEE y celebrado en Valencia, en noviembre de 2012, con el lema “También vosotros daréis testimonio” (Jn 15, 27). En aquella ocasión nos habíamos juntado hasta 2000 agentes de pastoral juvenil de muchas diócesis, congregaciones y movimientos. Su objetivo había sido actualizar la pastoral juvenil al lenguaje y la sensibilidad de los jóvenes del siglo XXI, impulsando el entusiasmo misionero en el actual contexto secularizado y promoviendo nuevas expresiones evangelizadoras desde unas bases teológicas consistentes.
El tema
El Encuentro de Zaragoza no se planteaba como una 2ª edición del de Valencia, sino como un desarrollo teórico-práctico de uno de los aspectos más mencionados en aquel Congreso: “el Primer Anuncio”. Y en esta ocasión los destinatarios eran más específicos: los miembros de Equipos de Pastoral Juvenil de delegaciones diocesanas y de movimientos juveniles. Se buscaba crear un espacio de aprendizaje práctico de metodologías probadas en la evangelización de los jóvenes, así como capacitar en cuanto al liderazgo necesario para emprender una reforma de la pastoral juvenil en clave de primer anuncio del Evangelio.
Y ése fue, en mi opinión, el mayor acierto de este Encuentro: poner el foco en un tema del que últimamente se está hablando y escribiendo mucho. Autores como Joseph Gevaert, Xavier Morlans o Enzo Biemmi, entre otros, tienen interesantes reflexiones sobre el “anuncio” como pieza clave de la Nueva Evangelización.
Al apuntar a este tema, se parte de un dato: muchos esfuerzos catequéticos realizados en los últimos años parecen terminar sin fruto y no llegan a desembocar en una vivencia cristiana adulta. A partir de ese diagnóstico, se ha ido viendo necesario recuperar una especie de “eslabón perdido” que suscite un “primer acto de fe”, una “primera conversión”, sobre la cual pueda ir creciendo el ser cristiano con cierta firmeza. En otras palabras, se ve necesario distinguir entre “metodologías de nacimiento a la fe” y “metodologías de crecimiento en la fe”. La Pastoral Juvenil realizada por muchos en las últimas décadas se ha basado en las segundas, cuando hoy día no se puede dar por supuesta una fe viva básica. Por ello urge buscar el modo de “engendrar la fe”, de suscitar una experiencia de fe consistente, por medio del encuentro con Jesucristo vivo que da una nueva perspectiva a la existencia, que después podrá crecer por medio de una catequesis adecuada y desplegarse en un compromiso vital concreto. Un “anuncio” –acción misionera– que preceda a la “iniciación cristiana” –acción catequética–, para no dejar a ésta sin un suelo sobre el que enraizarse y desde el que desarrollarse permanentemente, hasta dar fruto.
El esquema del encuentro de Zaragoza estaba pensado para favorecer dicho cambio de perspectiva, que tendrá que llegar a concretarse en nuevos acentos, modos y acciones. En la presentación se aludió a unas palabras del Papa Francisco que se pueden entender en este sentido: “Espero que todas las comunidades pongan los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están” (EG 25). Por ello, en vez de privilegiar las conferencias de ideas –que suelen dejar las cosas como están–, el Encuentro pretendía poner el acento en conocer experiencias prácticas con cierta trayectoria que capacitasen a los asistentes para renovar la acción pastoral que están llevando a cabo con los jóvenes.
Otros ingredientes
En el Encuentro de Zaragoza hubo también espacio para dos ponencias. La primera fue sobre “el primer anuncio a los jóvenes”, que en la práctica acabó siendo más la presentación sintética de una de las metodologías concretas, faltando a mi parecer una presentación más global del tema que hiciera posible comprender su importancia y los diferentes modos de abordarlo. La segunda versó acerca del “liderazgo en el primer anuncio”, basada en la experiencia personal del ponente en el ámbito pastoral, que pretendía impulsar una nueva acción evangelizadora en equipo.
También tuvieron un peso importante los diversos momentos celebrativos: una vigilia inicial en torno a la Virgen del Pilar, quizá demasiado larga especialmente para los que habíamos dedicado parte de la jornada a viajar; la oración de laudes y vísperas comunitarias; dos eucaristías, presididas por los obispos de Teruel y de Logroño respectivamente, bien preparadas y con unas homilías cercanas y motivadoras; y una vigilia de oración, en la que se pudo vivir una metodología concreta de primer anuncio, si bien resultó algo desproporcionada para el número de asistentes.
Y junto a todo lo anterior, el encuentro informal que se dio entre los participantes, siempre enriquecedor, favorecido también durante una hora de la última jornada, donde nos mezclamos aleatoriamente para compartir experiencias y descubrimientos realizados durante el Encuentro.
Balance y perspectivas
En síntesis, un Encuentro de presente y de futuro, que prevé ediciones cada dos años, con posibilidad de ir abriendo horizontes conjuntos para la pastoral con jóvenes. A falta de saber la valoración que los responsables y participantes han hecho de los diversos momentos, de la cual siempre se podrá aprender para mejorar, es de agradecer a todos los que han colaborado en su convocatoria y organización. Y en especial, por apuntar a un tema pastoral candente, sobre el que seguir reflexionando, experimentando y avanzando como Iglesia. En el horizonte: hacer posible que los jóvenes sigan siendo los “discípulos misioneros” que Jesucristo busca, que el Papa Francisco pide y que el mundo necesita.
LOS TALLERES
Desde el planteamiento expuesto, los talleres fueron la actividad que ocupó la mayor parte del tiempo y el centro del Encuentro. Cada taller pretendía enseñar una metodología para anunciar el Evangelio de forma que los asistentes pudiesen emplearlo en su ámbito pastoral. En concreto, cada taller correspondía a una metodología de primer anuncio con un formato temporal diferente: en un contacto breve –centinelas de la mañana, con su propuesta de “una luz en la noche”-; en un fin de semana –cursillos de cristiandad-; en un curso breve –alpha jóvenes-; o en un itinerario más largo –propuesta de la Acción Católica General y escuelas de evangelización Emmanuel y Anuncio–.
Centinelas de la mañana
presentó esta iniciativa proveniente de Italia. El nombre está basado en una frase que Juan Pablo II dijo a los jóvenes en el Jubileo del 2000: “Sois los centinelas de la mañana en el alba del nuevo milenio”. Su propuesta de primer anuncio consiste en realizar una acción misionera por la que se invita a jóvenes que están por la calle, en una noche del fin de semana, a tener un encuentro personal con Jesús en una iglesia cercana donde otro grupo está orando. Actualmente sus promotores dan más valor al hecho de despertar el cristianismo dormido de los que salen a la calle a invitar a otros, capaces después de integrar y testimoniar su fe en su vida ordinaria de un modo mucho más consistente.
Cursillos de Cristiandad (MCC)
Presentó su propuesta con el objetivo primero de que la persona conozca y viva “lo fundamental cristiano” mediante el anuncio kerygmático del acontecimiento de Cristo, “por la vía de la amistad” y del encuentro comunitario. Como segundo objetivo se busca que la persona llegue a ser “fermento en los ambientes”, difundiendo su fe vivida e invitando al encuentro con Cristo. Para alcanzar estos objetivos el MCC utiliza una metodología clasificada en tres etapas: pre-Cursillo, Cursillo y post-Cursillo.
alpha jóvenes
se presentó como un camino verificado de primer anuncio, con más de 23 millones de personas que han pasado ya por él en más de 160 países del mundo. El método busca despertar las preguntas fundamentales de la vida, presentar a Cristo como posible respuesta a esas preguntas y promover un encuentro con Él. No es un itinerario formativo, sólo es alpha, es decir, el inicio de algo. Como en otros caminos similares, una de las experiencias más valiosas es la transformación de los equipos que participan en ello en «discípulos misioneros», protagonistas de la vida de la Iglesia y de la evangelización.
Acción Católica General (ACG)
Presentó su propuesta como “un proceso en clave evangelizadora” en el marco del anuncio del Evangelio a las personas alejadas. Su reflexión partió de tres cuestiones que apuntan a tres necesidades: ¿cómo llegamos a los jóvenes desde la Iglesia?, ¿qué ofrecer a los jóvenes después de invitar y convocar? y ¿cómo dar cohesión a la realidad de jóvenes de las parroquias? En el tiempo del taller, los asistentes pudieron valorar estas necesidades a partir de su propia experiencia y conocieron la propuesta que la ACG hace a los jóvenes para vivir la fe insertos en la Iglesia.
Escuela de misión “Emmanuel”
Es el fruto de una Comunidad con el mismo nombre, en las que jóvenes de todo el mundo conviven durante 9 meses con el objetivo de formarse para ser misioneros por razón de su bautismo, descubrir su vocación en la Iglesia y vivir profundamente en una comunidad internacional una vida de oración. Los pilares de esta escuela son: la Formación Intelectual, la Misión, la Vida Espiritual y la Vida Fraterna. Las metodologías utilizadas para la evangelización a los alejados son: misión en parroquias/diócesis, vigilias de oración/adoración, evangelización en las calles, servicio de compasión (atención pastoral y social de los marginados de nuestra sociedad).
escuela de evangelización “Anuncio”
Presentó en su taller las líneas de acción que conlleva su propuesta: el “Festival anuncio” con una duración de 10 días, divididos en las etapas de envío, misión y acción de gracias; la “Ciudad de misión”, consistente en 6 días con varias dinámicas evangelizadoras en una determinada parroquia; y la “cita final en Montmartre” (París), completadas con diversas dinámicas musicales, encuentros, invitaciones, entrada en la Basílica…
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