He venido para que tengan vida – Javier Carabano

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Ninguna palabra como el término «vida» consigue, en las diversas lenguas, resumir de manera significativa las máximas aspiraciones del ser humano. «Vida» indica el conjunto de bienes deseados y, al mismo tiempo, lo que los hace posibles, accesibles, perdurables. ¿La historia de los jóvenes no está, quizás, marcada por la búsqueda de algo o alguien que pueda asegurarles la vida? Pero ¿qué vida? La vida «en abundancia» de Dios, que sobrepasa todas las aspiraciones que pueden nacer en el corazón humano, como la puesta de sol ilumina los campos. La vida es un lugar entre las manos de Dios, como los pájaros que tienen el nido entre las ramas floridas del árbol. La vida nueva se irradia en cada ámbito de la experiencia humana de los jóvenes: en la familia, en la escuela, en el trabajo, en las actividades de cada día y en el tiempo libre. La vida comienza a florecer aquí y ahora. Signo de su presencia y de su crecimiento es la caridad pastoral. Un gran número de educadores, en el día a día, se dan con generosidad, con creatividad y con competencia en favor de la vida de las nuevas generaciones.