HACERSE ESPALDAS – Fernando Donaire, OCD

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HACERSE ESPALDAS

Fernando Donaire, OCD

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El término espalda más allá de su significado principal, que apunta a una parte del cuerpo que va desde los hombros a la cintura; esconde múltiples significados que podrían valernos para explicar el mundo en el que vivimos, narcisista y egocéntrico, que intenta esconder aquello que no le gusta y dejar atrás, a la espalda, lo que rechaza. Por eso, en muchas ocasiones damos la espalda a los demás, a los problemas, a las responsabilidades. Ponemos un muro infranqueable a la necesaria empatía escondiéndonos de lo importante y proyectando sobre un futuro que tiene los días contados.

Dar la espalda es señal de mala educación porque conlleva oscurecer al otro, eclipsarlo. Me viene a la cabeza el magnífico documental que hizo Javier Corcuera llamado La espalda del mundo en el que miraba a los despojados de la tierra con el deseo de visualizar el pan y la sal que negamos a los más vulnerables del planeta a través de tres historias magníficamente contadas. Ahora que estamos en tiempo de guerra (¿cuándo no lo hemos estado?) se pone de manifiesto de manera más acuciante el déficit de atención hacia los problemas más urgentes movidos por la rapidez del mundo en que vivimos.

Y en medio de estos tiempos recios, santa Teresa de Jesús pone cordura en sus palabras y vuelve a llevarnos al centro: «Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante». Esta cita del Libro de la vida (7,22) incorpora una nueva acepción al significado primigenio del término que se conjuga con el verbo hacer. Hacerse espaldas. Y desde ahí nos lleva a la unión, a la necesidad de acompañar a aquellos que van renqueantes, perdidos, solos, necesitados. Y construir algo en común que nos impulse a mirar al futuro con ojos de esperanza.

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Vivo en una comunidad religiosa y sé lo importante que es cuidar el espacio común como lugar de ayuda mutua, esperanza y trabajo compartido. Es la comunidad la rueda que mueve todo lo demás: el deseo, la vida, los proyectos y hasta el encuentro con Dios. Sin los hermanos nos sentimos solos y miramos quizás demasiado al ombligo de nuestros problemas olvidándonos de los otros.

En estos tiempos sinodales tenemos que volver a nuestras fuentes para poder encontrarnos de nuevo con la esencia de la comunión. La tradición cristiana se ha sustentado siempre en el pilar de la comunidad, no sin enfrentamientos y dificultades, pero siempre con la mirada puesta en construir, en aportar razones para construir juntos. Ahora es nuestro tiempo, el tiempo propicio para poder dar lo mejor de nosotros, para poder aportar desde el convencimiento de que la comunidad nos salvará de estos tiempos en que la cólera y la polarización nos nubla a todos la vista.

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