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Fernando Donaire Martín, OCD
El número de la revista de este mes de mayo se acerca a un terreno complejo y a la vez apasionante, sobre todo por el desafío que supone acercarte si no estás en el rango de edad adecuado para poder hacerlo. Y me explico, porque se trata de hablar de «los lugares de los jóvenes, sus preferencias. La música que escuchan, las series que ven, los perfiles que siguen… Cómo empatizar con esas preferencias, esas búsquedas». Aunque sería un absurdo hacerme el joven a mis cincuenta y dos años y dármelas de entendedor de una cultura y unas formas que cada vez se alejan más de mi propio imaginario y contexto, siempre he tenido el interés y la curiosidad por entender a los demás, y más concretamente a los jóvenes, porque gran parte de mi vida la he pasado en la docencia con alumnos de bachillerato en plena crisis, en tránsito o en camino hacia la madurez, según se mire.
Para ello, en mi opinión, hay que hacer un ejercicio de empatía, de ponerse en el lugar del otro, de sentir y acercarse adonde ellos viven, sin intentar ser uno de ellos, porque si hacemos eso, acabamos por alejarnos más y acabamos proyectando una imagen del todo grotesca tanto para nosotros como para ellos. Porque, querámoslo o no, el tiempo de la adolescencia y la juventud se vive una vez. Y aunque queramos que la juventud nos acompañe toda la vida, la realidad es que si lo hace se reviste de otras maneras que poco tienen que ver con el postureo del eterno Peter Pan que ahora queremos mantener con normalidad.
En esta ocasión, más que tirar del celuloide, me acercaré a las artes escénicas para hablar de ese lenguaje y de los jóvenes, como eje o clave de comprensión de la realidad. El panorama actual de teatro y artes vivas tiene muy presente la inquietud juvenil o como propuesta o como protagonistas de las historias que nos cuentan. En este caso me centraré en dos compañías de teatro españolas que tienen a los jóvenes en el punto de mira de todas sus obras. Me refiero a La tristura y a La joven. Sin quitar que se quedan fuera muchas otras propuestas igualmente interesantes que intentaré traer a estas páginas en futuras ocasiones.
Nubosidad variable para amantes del futuro
La tristura (@latristura) es una compañía de teatro formada por Itsaso Arana, Violeta Fil y Celso Giménez que llevan más de diez años trabajando en torno a las artes escénicas como instrumento para acercarse al ser humano, con una perspectiva muy joven, tanto por los temas que tratan como por los actores que interpretan sus piezas.
Los dos espectáculos que he podido ver de ellos, Future Lovers y Así hablábamos, nos dan una imagen muy clara del concepto y del acercamiento que hacen a los jóvenes actuales sin caer en la condescendencia, o utilizando discursos lejanos al argot que los jóvenes utilizan, imponiendo temas que no les pertenecen, etc.
Future Lovers se estrenó en los Teatros del Canal antes de la pandemia. La obra está protagonizada por seis jóvenes que nacieron alrededor del año 2000, los llamados millennial. En la obra hablan entre ellos y con el mundo. En una noche de verano, a las afueras, quizás en un momento de tránsito de sus vidas, del instituto a la universidad, beben, bailan, hablan, se aman.
Los espectadores vemos con perplejidad esa especie de «burbuja» en la que también estuvimos en un momento de nuestras vidas y nos hace preguntarnos sobre los dilemas vitales que vivimos frente a los que vemos, las expectativas que teníamos y las que tenemos actualmente, los objetivos cumplidos frente a los programados. En palabras de los autores: «Si no resulta sencillo encontrar una situación para relacionarnos de forma libre y profunda con los adolescentes, con los futuros líderes y los futuros amantes, queremos hacerlo en escena, intentando generar una experiencia común que, con suerte, nos revele algo de nuestro pasado y de nuestro futuro».
El pasado mes de febrero de 2024 estrenaron su última obra, Así hablábamos con una producción del Centro Dramático Nacional y estuvo en cartel hasta finales de marzo. En la obra, que es un acercamiento al universo de Carmen Martín Gaite, los jóvenes crecen de manera sorpresiva después de la muerte de una de sus compañeras. Ese momento les cambia la vida y, un año después, se vuelven a reunir como banda para reiniciar la conversación y compartir el duelo. ¿Cómo continua la vida? ¿Y los sueños? ¿Y la conversación?
La obra parte de una constatación de Gaite que dice: «En el momento en que hay alguien con quien puedes hablar, para mí que se quite el cine, el teatro, los viajes, incluso placeres más fuertes». La función entonces se apodera de ese hilo de conversación, como el que unía dos vasos de yogur para comunicarnos cuando pequeños, y comienza ese diálogo que los sacará de muchos entuertos, de la presión de sentirse vulnerables, de la impotencia de no saber cómo llegar a los demás, etc.
Lo hacen a través de la conversación y de la música, un eje importante en el diálogo y en la comunicación de los más jóvenes, y de esta banda que comienza un nuevo recorrido, sin uno de sus componentes. Cabe destacar la puesta en escena y la dramaturgia propuesta que hace que la pieza remonte el vuelo cuando algunos de sus diálogos pierden algo de fuelle. Una obra muy interesante que, esperemos, salga de gira y pueda verse en más sitios.
Barro, fuego, niebla, ruinas
El caso de La Joven (@LaJoven) recorre la historia hasta llegar a la actualidad con el punto de partida de la presencia de los jóvenes en los conflictos bélicos del siglo pasado. Con el nombre de Mapa de las ruinas de Europa, la compañía ha montado una tetralogía (de la que por ahora se han estrenado solo dos obras que, además, están publicadas en la Editorial Antígona) que reflexiona sobre lo que queda de la idea de Europa moldeada en el siglo XX a través del testimonio de los jóvenes que vivieron esos terribles acontecimientos. Todas las obras, aunque con distintos autores, están dirigidas por José Luis Arellano García, alma de la compañía.
Barro se estrenó en noviembre de 2018 en la Sala Negra de los Teatros del Canal y es la primera obra de la tetralogía, escrita por Guillén Clua y Nando López y se acerca a la Primera Guerra Mundial a través de las voces de los jóvenes que vivieron esa contienda. El pulso dramático, los actores y la puesta en escena hacen que sea una de las obras que me impresionó cuando la vi, por la profundidad y el tratamiento del tema.
Fuego tiene un texto de QY Bazo y se desarrolla en el umbral de la Segunda Guerra Mundial y tiene como protagonistas a los jóvenes alemanes hitlerianos, Hitlerjugend para los chicos y la Bund Deutscher Mädel para las chicas. Un artificio de dos caras, que tiene como protagonistas a unos jóvenes en una encrucijada complicada en la que fueron abocados a lo peor de ellos mismos frente a todo el potencial humano que tenían. La obra fue estrenada en Madrid, en el Círculo de Bellas Artes en el mes de febrero de 2022.
Sin saber muy bien si están dentro del Mapa de las ruinas, se estrenan dos obras que siguen los pasos de las anteriores, aunque con algunas diferencias. Se trata, en primer lugar, de Praga, 1941. Jóvenes rubios no paran de gritar frente a mi casa, es una obra de Paco Gámez, a partir de los diarios de Petr Ginz, en la que la vida y la voz de dos chicos empiezan a fundirse a partir de un dibujo que enseña uno de los tripulantes del transbordador Columbia.
El caso de la obra Lagunas y niebla, estrenada este invierno en el Teatro de la Abadía, nace dentro del marco Paisaje de devastación, un proyecto internacional financiado por la Fundación EVZ alemana que cuenta con la participación de los países de Grecia, Alemania, Ucrania y la propia España. Este proyecto tiene como punto central el encuentro de jóvenes con su memoria y la de sus países, a través de talleres con el teatro como herramienta de colaboración, resistencia y memoria. La obra se acerca a los jóvenes de hoy que desconocen la historia reciente de España tal como ha puesto de manifiesto un estudio reciente. Confunden personajes, fechas y lugares de la Guerra Civil española. Con texto de Paco Gámez, la dramaturgia peca de cierto exceso en su didactismo, aunque intenta abrir luz ante un mapa donde a veces reina la confusión, las lagunas y la niebla del título.
Los jóvenes y el teatro, la vida y la ficción. El paso por la ficción de la vida nos lleva a estos encuentros que nos ayudan a reconocer, acercarnos, empatizar, con ese momento de la vida que todos hemos vivido, donde parece que nada está claro y a la vez todo es luz.