Habitar en los nuevos medios de comunicación social – Antonio Lezáun

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Un interesante libro sobre el tema de la presencia del mensaje cristiano en las redes acaba de ver la luz en italiano: La missione digitale. Animando a su traducción, ofrecemos aquí la reseña de uno de sus artículos más significativos, enlazando la Evangelii Gaudium con la presencia evangelizadora en el mundo digital.

El periodista Giovanni Tridente trata en este artículo de cómo los cristianos tenemos que introducirnos en el nuevo mundo de los actuales medios de comunicación.

Empieza por constatar el crecimiento vertiginoso que está experimentando el uso de estos medios en todo el planeta: cada mes el número de usuarios aumenta en 100 millones. Las personas pasan, como media, más de 2 horas al día ante estos medios y los microblogs. Y los usan tanto por diversión como para información.

Ante esta evolución, afirma G. Tridente, la Iglesia debe interrogarse sobre su inserción en este nuevo mundo y cómo utilizar los medios positivamente. E intenta, en este artículo, ofrecer algunos puntos de reflexión para responder a estas exigencias.

Los puntos que va desarrollando son los siguientes:

  1. Panorama actual. Tridente recoge algunos datos: en 1995 solo estaba conectado con estos medios el 1% de la población; en 2005, eran ya mil millones; y en 2014, llegaron a los tres mil millones. Ahora son más del 50% de la población mundial. Esta visión global del fenómeno demuestra, según el autor, tres cosas: que las costumbres de la gente han cambiado, que los medios de comunicación forman parte del tejido cotidiano de las personas, y que la red se ha convertido ya en uno de los mayores lazos de unión entre las personas. Por tanto, la Iglesia y todos sus organismos deben tomar conciencia de este hecho y preguntarse sobre cómo enfocar ahora su propia misión evangelizadora que Cristo le encomendó.
  2. Los nuevos medios y las nuevas costumbres. Estos «nuevos medios» o «medios digitales» de comunicación están relacionados con la tecnología informática y extienden la práctica comunicativa, favoreciendo la simultaneidad de conocimientos y de experiencias colectivamente compartidos. Esta comunicación se caracteriza por la velocidad, el alcance geográfico y demográfico potencialmente ilimitado, la facilidad del acceso a ella, el cuidado puesto en la información transmitida, el elevado grado de participación e interactividad, la automatización, etc. Estos medios han creado un ambiente de información, pero son también un «lugar» de formación y de disfrute de los que ya no es posible prescindir. Tales medios, que aportan indudables aspectos positivos, entrañan también peligros que nuestro autor quiere ahora señalar. Destaca entre ellos:
  • La superficialidad. Por sus mismas características de velocidad, inmediatez y concisión, estos medios pueden hacernos caer en la simplificación excesiva de los contenidos y hasta en el simplismo.
  • La sobredosis informativa que puede convertirse en des-información: nos llega tal cantidad de datos, opiniones y comentarios que nos pueden meter en una babel de datos. Y eso ya no es ni formativo ni informativo.
  • La confusión que todo eso nos puede producir: al final, el mensaje puede quedar desfigurado y los receptores confusos ante un panorama tan variado y extenso.
  1. La Iglesia, un tema siempre informativo. Desde que Cristo le encomendó la misión de predicar la Buena Noticia a todas las gentes hasta el fin del mundo, nunca se podrá prescindir de esta tarea de transmitir información en todos los tiempos, adaptándose a las circunstancias de cada época. Y esto alcanza a todos los organismos y a todos los miembros de la Iglesia. El Concilio Vaticano II y todos los papas recientes han insistido en esto. Pero G. Tridente cita con especial interés al papa Francisco y su exhortación Evangelii Gaudium.
  2. Algunas propuestas a la luz de la Evangelii Gaudium. De la citada exhortación apostólica nuestro autor extrae cuatro verbos que le ayudan a pergeñar un recorrido operativo sobre esta cuestión. Tales verbos son: salir, anunciar/testimoniar, educar, transfigurar. En su exposición se deja guiar por dos preguntas clave: qué hacer y cómo hacerlo.
  3. ¿Qué hacer? Está fuera de duda que lo primero que hay que hacer es salir. Así lo ha reclamado repetidamente el papa Francisco: salir a todas las periferias que tienen necesidad de la luz del Evangelio. A veces, los nuevos medios de comunicación son ellos mismos lugares periféricos por excelencia, pues recogen todos los ataques de la sociedad contemporánea. Salir con libertad, con formas diversas, con variedad de esquemas, tomando la iniciativa, comprometiéndose, acompañando, festejando…

Una vez que se ha desembarcado en este nuevo mundo de los medios, llega el momento de anunciar y testimoniar, lo cual es nuestra verdadera y propia tarea. Pero sin dejarnos arrastrar por la negatividad, la oposición exacerbada, la desolación o incluso la desesperación, que suelen estar extendidas también en los medios sociales.

  1. ¿Cómo hacerlo? Otras dos palabras de la exhortación papal son educar (en la belleza) y transfigurar.

Educar no es lo mismo que instruir. Educar en la belleza significa hacer descubrir la maravilla y la pasión por lo verdadero y lo bello, hacer nacer nuestra humanidad más plena.

Transfigurar, en cambio, significa ver más allá de los límites humanos, como Cristo, que al resucitar reveló la propia naturaleza divina que había estado escondida en la humanidad.

  1. ¿Cuándo hacerlo? ¿En qué momentos y con qué criterios hemos de intervenir en el nuevo panorama mediático? Hemos de hacerlo con una frecuencia constante, aunque teniendo en cuenta las lógicas temporales propias de estos nuevos instrumentos para que nuestras intervenciones resulten incisivas y eficaces. Y no olvidemos de dejar espacio a la reflexión, a la preparación, a la meditación y, sobre todo, a la oración. Hay que analizar bien el campo en que vamos a intervenir, hay que meditar sobre la contribución que podemos hacer, y llevar todo esto a la oración.

 

Como conclusión, nuestro autor recuerda que no conviene separar demasiado los nuevos medios de los antiguos o tradicionales. También estos se han modernizado y han mejorado. No olvidemos, pues, la importante labor del papel escrito, de la radio, de la TV, etc.

Un artículo, este de Giovanni Tridente, muy rico en datos, reflexiones, sugerencias…, que conviene leer entero y detenidamente. Lo mismo se puede decir del libro, La missione digitale, del que este artículo forma parte, y que ojalá veamos pronto traducido al castellano.

 

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