God friended me

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GOD FRIENDED ME.

Facebook lo traduce por “tiene una amistad con”, pero los anglófonos han declinado todo un verbo para ese hacerse amigos en las redes sociales, y poder así otorgarle a tu amigo privilegios especiales sobre tu perfil. “Se me hizo amigo”, podríamos decir.

Bien, pues con ese “friended me” se lanza a la televisión norteamericana esta serie calificable de comedia dramática con un altísimo contenido religioso, pues es el mismo Dios quien se propone en amistad a un furibundo detractor de toda creencia religiosa. El protagonista, molestado por la insistencia de un tal “Dios” que quiere hacerse su amigo virtual, aceptará por fin el reto al tiempo que asume el propósito de descubrir quién hay detrás de ese “nick” Dios.

Aunque con demasiados guiños al providencialismo al que nos tienen acostumbrados las películas religiosas de corte evangélico, no podemos dejar de alabar esta iniciativa que quiere evangelizar a través de ese medio tan popular hoy día como es el de las series de televisión, ahora consumibles también en formato “atracón” gracias a los canales de pago.

Me ha gustado del primer capítulo el detalle de que aceptar esa amistad con Dios supone automáticamente que el mismo Dios te sugiere otras amistades, personas reales de carne y hueso atravesadas por su necesidad y dramas particulares. Verse llamado a interactuar con esas personas y reaccionar con generosidad y entrega suponen para el protagonista un vuelco interior que le llevan a profundizar más en ese Dios que le ha propuesto tales amistades, y al que se conoce más cuanto más se ama.

Estos progresos espirituales del protagonista, debatiéndose entre la increencia y la novedad de vivir pendiente de otras personas, son descritos con comicidad. Las coincidencias y finales felices son, sin embargo, exageradas, llevando a entender demasiado literalmente la idea de que formamos parte de un diseño divino en el que todo está demasiado atado. Pero podemos llevar a nuestra vida la certeza de que “el que ama no se equivoca” de Balzac, y decidir si en el oficio de amar encontramos la mejor versión de nosotros mismos, y además todo parece confluir en una armonía que suena a Reino de Dios.

Nuestro protagonista sigue con su oficio de emitir postcast animando a la gente a vivir autónomos y no necesitar de Dios para vivir. Y quizá eso sea cierto. Pero no está tan claro que se pueda vivir sin Dios si lo que se quiere es vivir amando, y amando mucho y bien. Quizá a lo largo de los siguientes capítulos le pase lo que a Juan de la Cruz, que cantaba “ya no guardo ganado ni ya tengo otro oficio, pues ya sólo en amar es mi ejercicio”. Dudo que esto pase en el capítulo dos, pues en el estirar el chicle consiste la mecánica de una serie de televisión. Aunque bien mirado, tampoco los procesos humanos son siempre conversiones súbitas.

A mí el primer capítulo me ha dejado un buen sabor de boca y lo recomiendo.

God Friended Me se estrenó en los Estados Unidos y Canadá el 30 de septiembre de 2018