Falsas experiencias religiosas – José Fernando Juan

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Hablamos de falsas experiencias religiosas, porque en el fondo queremos decir que la “propia” (y vaya usted a saber cuánto egoísmo hay en esto) es la verdadera y casi absoluto. Sin embargo, a poco que pensemos y nos acerquemos a los demás, descubrimos que hay una persona en búsqueda y que encuentra algo, lo suficientemente serio, como para dar sentido trascendente a lo que vive.

Ahí está la cuestión, en que toda persona seguirá buscando reiteradamente y sin acallar su propio impulso hacia el sentido (mi vida va en alguna dirección y me preocupa de verdad hacia dónde va) y qué encuentra en su camino.

Los cristianos tenemos, en nuestra propia existencia y testimonio, algo muy importante y misterioso. Nos situamos en el mundo como referente de búsqueda. En definitiva, nos planteamos como modelo de quien señala más allá de nosotros mismos. Algo así como no te fijes en mí, sino en Aquel en quien yo me fijo.

La diferencia está, a mi modo de ver, en que reconocemos Vividos y Vivientes por Aquel en quien nos fijamos. No es ni nuestro catequista, ni nuestro director espiritual, ni acompañante, ni padre, ni madre, ni nada, sino Aquel a quien todos ellos se refieren una y otra vez, con palabras y con obras.

A mí me conmueve, en mi cuarentena, saber que las grandes personas que me han conocido, querido y acompañado seriamente no se han mirado a sí mismas, ni pensaban en un “ideal” deseado, sino que me han hablado repetidamente de Aquel que les ha llamado, dado vida nueva, generado horizonte, exigido lo mejor de sí mismos. No sé si hay falsas experiencias religiosas, lo que sé es que muchos fuera de mí han hecho suyo lo mejor de la religión y que responden con su vida al Dios Vivo y Verdadero.