ORANDO CON ETTY HILLESUM LLAMADOS A LA ESPERANZA EN UN MUNDO DESESPERANZADO – Fernando Arriero

Etiquetas:

Fernando Arriero

f.arriero.fms@gmail.com

Paso 0. Ambientación

Situamos en el centro del oratorio alguna imagen de Etty Hillesum, así como papel y bolígrafos.

Paso 1. Hacemos silencio exterior y sobre todo interior durante unos segundos para tomar conciencia del encuentro orante que se va a vivir. 

La persona que guía la oración puede decir:

En medio de acontecimientos sociales complicados que dejan víctimas, aparecen voces que llaman a la esperanza. No se trata de un optimismo vacío y sin fundamento. Se trata de esperanza, es decir, de la experiencia profunda, conmovedora y luminosa de que, si estamos en las manos de Dios, estamos en buenas manos.

El papa nos invia al Jubileo de 2025 con la cita bíblica La esperanza no defrauda. Esto mismo vivió Etty Hillesum, joven neerlandesa asesinada en Auschwitz. En tan solo dos años y medio pasó de considerarse atea, escéptica y demasiado racional a autodefinir su vida como un diálogo ininterrumpido con Dios. Este descubrimiento no lo hizo en una casa de ejercicios espirituales, sino en una Ámsterdam ocupada por las fuerzas nazis mientras plasma lo que le va ocurriendo en su diario personal. 

Así es. Dios se cuela por las grietas de nuestra historia, toma las riendas de la misma y nos invita a esperar en él. 

Paso 2. Entramos en oración con esta canción de Pablo Martínez En sus manos: https://youtu.be/OemF5OjhmzA?si=yPV6qw9JJd6Cvx1M

Paso 3. Lectura orante del diario de Etty

Nos damos un tiempo sereno para leer y dejar resonar la entrada del diario de Etty del 12 de julio de 1942.

«Son tiempos angustiosos, Dios mío. Anoche fue la primera vez que permanecí en vela en la oscuridad y con los ojos ardientes mientras, una tras otra, pasaban ante mí escenas de sufrimiento humano. 

Te prometeré una cosa, Dios mío, solo un detalle: no cargaré el día de hoy con el peso de mis preocupaciones sobre el futuro, pero tendré que ejercitarme. Ahora cada día se basta a sí mismo. 

Te ayudaré Dios mío, para que no te des por vencido conmigo, pero no puedo responder de ello de antemano. Sin embargo, cada vez tengo más claro: que no puedes ayudarnos, sino que somos nosotros los que hemos de ayudarte a ti y de ese modo nos ayudaremos a nosotros mismos. Y lo única cosa que podemos salvar de estos tiempos y la única cosa que verdaderamente importa es un trocito de ti en nosotros, Dios mío. 

Y tal vez podamos colaborar a descubrirte en los afligidos corazones de otras personas. Sí, Dios mío, no parece que puedas hacer gran cosa para cambiar las circunstancias, forman parte de esta vida. 

No te pido que nos rindas cuentas, somos nosotros los que deberemos responder ante ti algún día. Y casi con cada latido de mi corazón me resulta más claro que tú no puedes ayudarnos, sino que nosotros hemos de ayudarte y hemos de defender hasta el final la fortaleza en nuestro interior en la que tú moras. 

Existen personas que, en el último momento, se preocupan de poner a buen recaudo la aspiradora, los tenedores y las cucharas de plata, en lugar de salvarte a ti, Dios mío. Y hay personas que pondrán a salvo sus cuerpos, que no son más que receptáculos de mil temores y amarguras. Y dirán: “Yo no caeré en sus garras”. Y se olvidan de que no se está en las garras de nadie, si se está en tus brazos. 

Empiezo a sentirme más tranquila, Dios mío, gracias a esta conversación contigo. En los próximos tiempos conversaré mucho contigo y de ese modo te impediré abandonarme. 

También vivirás épocas de escasez conmigo, Dios mío, pobremente alimentado por mi fe, pero créeme, seguiré trabajando para ti y te seré fiel y nunca te echaré de mi lado».

Paso 4. Tiempo de escribir el diario personal

El que guía la oración puede decir:

Dejemos ahora, imitando a Etty Hillesum, que nuestra escritura exprese lo que llevamos dentro. Podemos escribirlo en forma de diario o empleando cualquier otro género. Simplemente oremos con palabras escritas, palabras sinceras y llenas de contenido. 

Paso 5. Oración compartida

Seleccionamos una frase de nuestro diario y, si lo vemos adecuado, lo compartimos en voz alta.

Paso 6. Plegaria final (palabras del diario de Etty Hillesum)

«Dios, tómame de la mano, me iré contigo sin resistirme mucho. Afrontaré todo lo que me depare esta vida, y lo asimilaré lo mejor que pueda. Pero dame de vez en cuando un breve momento de paz. Tampoco volveré a creer, en mi ingenuidad, que cuando la paz me llegue, será eterna. También aceptaré la inquietud y la lucha. Me gusta el calor y la seguridad, pero no me rebelaré cuando me toque estar en el frío, siempre que sea de Tu mano. Iré a todas partes de Tu mano e intentaré no tener miedo. Allí donde esté, intentaré irradiar algo del amor, del verdadero amor humano que hay en mí» (25 de noviembre de 1941).