«EXAMINADLO TODO; QUEDAOS CON LO BUENO» – Santi Casanova

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«Examinadlo todo; quedaos con lo bueno» (1 Ts 5,21). Con esta cita de la primera carta a los Tesalonicenses, se ilustra la dinámica espiritual del discernimiento al que hace referencia el punto 104 del Documento final del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Todo un capítulo sobre un aspecto en el que el papa Francisco viene insistiendo desde el comienzo de su pontificado y que se vislumbra como algo importantísimo para todo joven, también, en su camino de crecimiento personal, espiritual y eclesial.

Discernir no se trata de saber elegir o saber tomar buenas decisiones sino de meter a Dios en esa dinámica vital que dura toda una vida. Y en el ámbito que nos ocupa, el de internet y las redes sociales, el arte del discernimiento nos lleva a responder a unas cuántas cuestiones.

La primera de ellas es discernir sobre mi presencia en la red. ¿Para qué estoy en las redes? ¿Estoy por mí o para otros? ¿Qué aporte hago en ellas? ¿Se percibe lo mejor de mí? ¿Qué imagen doy? ¿Comparto mi vida desde Dios? ¿Huele a Dios mi actividad digital?

La segunda cuestión es a qué dedico mi tiempo en la red. ¿Qué páginas visito? ¿Qué tiempo le dedico? ¿A quién sigo? ¿Qué vídeos veo? ¿Me formo? ¿Aumento mi conocimiento? ¿Procuro buscar cosas que me enriquezcan? ¿Soy mejor persona cada vez que cierro el smartphone o el ordenador?

Y la tercera cuestión es si mi presencia en la red está comprometida con los valores del Reino. ¿Cómo atiendo a los últimos de la Tierra en la red? ¿Soy voz de los que no la tienen? ¿Me comprometo con la justicia? ¿Denuncio la injusticia? ¿Opto por un silencio cómplice ante los dramas del mundo? ¿Consuelo a personas concretas que en la red comparten su malestar, du dolor, su situación precaria? ¿Ayudo a instituciones, ONG, Iglesia… en su labor de difundir su actividad, su problemática, su compromiso?

Como veis, el Sínodo lanza a los jóvenes a una presencia digital con un peso mucho mayor del ejercido hasta ahora. Un joven con menos postureo y más verdad. Un joven que muestre menos diversión y más compromiso. Un joven que cuente la profundidad de sí mismo y que no ofrezca migajas sentimentales. Un joven que sea profeta de su tiempo y no un mero espectador.

A los que acompañamos a los jóvenes se nos pide entrar también en dinámica de «red» y alimentar, animar y favorecer esta toma de posición de los jóvenes en la red. Dejarles crear contenido, dejarles dar testimonio, el suyo, darles voz a costa de la nuestra y seguirles ofreciendo buenas referencias que les ayuden a caminar. Se nos pide estar donde ellos están, caminar a su lado, de cerca y no de lejos. No vale mirar la red de reojo, descargar en ellos el peso de un lugar tan relevante en los tiempos que corren. No hay excusas que valgan. Si no lo hacemos, perderemos todos una oportunidad y, de alguna manera, les traicionaremos y les dejaremos ahí, expuestos al frío de Instagram, de la web, de Facebook y de todos los sitios donde los ciberperegrinos hacen ruta.

Buscar implica descubrir, visitar, conocer, probar… y luego decidir, optar y jugarse parte de la vida. El que busca debe encontrar y Dios está dispuesto a dejarse ver entre cables, webcams, iphones y likes. Pero optemos por Él. Es la hora de ser luz, semilla, tesoro. Es la hora de hacer de internet el lugar donde los pequeños son también salvados.

Un abrazo fraterno

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