Desde hace un siglo, ha dejado de ser empleado el arte religioso o con referencias a él para una función legitimadora del culto, las instituciones o el estatus, como sí ocurría antaño.
Sigue habiendo obras con evocación de elementos básicos de la espiritualidad humana o de pasajes bíblicos, en especial los neotestamentarios, y sobre todo entre artistas creyentes. Pero por su carácter de pregunta radical, ciertos acontecimientos o pasajes han sido empleados para interrogar de forma más o menos radical al espectador, llegando en ocasiones a la provocación más o menos hábil y acertada. El uso de referencias a obras maestras del arte religioso no ha sido infrecuente, muestra de que el diálogo de estas aportaciones no se realiza sólo con su contenido de fe, sino con la cultura que nació en su seno.
El renombrado artista pop británico Richard Hamilton (1922-2011) ha tratado en dos ocasiones el tema de la Anunciación, en ambos casos con referencia a la obra de Fra Angelico. De estas obras, la que se muestra aquí es, a mi entender, la más sugerente.
Una joven habla despreocupadamente por su móvil mientras juguetea con sus rizos rubios con los dedos de su mano izquierda. Está desnuda. La imagen se congela justo en el instante en el que parece darse cuenta de algo. Vemos que el fulgor de la lámpara incide especialmente sobre su vientre. Detrás de la ventana entrevemos árboles iluminados por una luz que bien pudiera ser la que preludia el amanecer. Esta es la primera imagen, el cuadro dentro del cuadro.
La segunda es el entorno limpio, geométrico y blanco de un iluminado corredor vacío. En uno de sus rincones pende el cuadro.
Esta compleja composición de Richard Hamilton de un verismo enorme es un extraordinario diálogo con la tradición, concretamente con el fresco que Fra Angelico pintó para el claustro del monasterio de San Marco de Florencia entre 1430 y 1432.
El ángel Gabriel ha desaparecido, sustituido por la invisible presencia del interlocutor que está al otro lado de la línea telefónica. Al claustro que rodea a María en la imagen renacentista aluden las blancas paredes sin decorar del corredor que rodea el cuadro de la joven, similares a las de las celdas de los monjes de San Marco a las que se accedía pasando bajo el fresco. El hortus conclusus, el jardín vallado que representa en la tradición el vientre virgen de la joven, ha sido sustituido por una ventana cerrada cuyo cristal está reforzado por una rejilla para aludir al cerramiento del jardín. Finalmente, la gravidez espiritual de la joven es remarcada por el leve abombamiento de la parte del vientre sobre la que incide de forma especial la luz de la lámpara. Todos los rasgos típicos de la composición tradicional han sido actualizados.
Podríamos pensar que es excesivo tratar un tema como éste empleando un desnudo directo. Sin embargo, Richard Hamilton elude el erotismo. El cuerpo desnudo de la joven que relajadamente charla cuando algo está a punto de suceder no es menos candoroso que el de la virgen que se cubre e inclina ante el arcángel. Simplemente ha sido representado justo en el mismísimo instante del encuentro con lo desconocido en el entorno más íntimo que puede existir: el de la desnudez ante una misma.
Este rasgo hay que unirlo al otro elemento que cambia la dirección perceptiva de la obra. Porque el artista británico no nos muestra la escena evangélica en directo, no evoca. El claustro del monasterio en el que colgaba el fresco ha sido sustituido por una galería en la que cuelga un cuadro, lo que es una clara alusión al papel del arte como espacio de encuentro con una realidad de orden distinto. Ahí reside exactamente la provocación de esta magnífica obra y de la comprensión que de sí mismo tiene una parte del arte actual.
El resto queda al encuentro y quizá diálogo de la obra artística con el espectador. El artista ha hecho su parte: transmitir una palabra o sensación o interrogante de forma visual. A quien se acerque corresponderá el resto: ver, probablemente mirar, quién sabe si preguntarse algo. Y llegado el caso oír una palabra análoga a la de la joven para quedar preñado espiritualmente y responder como ella con una invocación desde las entrañas.
De la foto que sirve de motivo © Richard Hamilton, All rights reserved, DACS 2020. Por cortesía de The Tate Gallery, https://www.tate.org.uk/art/artworks/hamilton–the–annunciation–p20287.
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