Cencini ha popularizado el nombre de Sensibilidad para explicar el funcionamiento de estos procesos que llevan a la persona a tomar decisiones. La define como “una orientación emocional, pero también mental y decisional, impresa en el mundo interior del sujeto por su experiencia personal, a partir de su infancia y, de modo cada vez más significativo, de sus elecciones cotidianas. “Gracias a ella, unas realidades, personas, ideales, situaciones existenciales nos atraen mientras que otras, por el contrario, nos resultan insoportables o indiferentes. Mediante la sensibilidad juzgamos siempre buenos o admisibles algunos gestos, estilos o actitudes y otros los juzgamos malos e inadmisibles. La sensibilidad determina atracciones, gustos, deseos, influye sobre los juicios y criterios de valoración de la realidad y de las personas, nos hace gozar y sufrir, hace surgir afectos y pasiones positivas o negativas, hace que se esté convencido y se sea eficaz en lo que se hace, permite hacer la cosas por el gusto de hacerlas, porque uno «siente» que tiene que hacerlas, libre de presiones y obligaciones, despreocupado y espontáneo”
“La sensibilidad es energía, energía valiosa que nos hace vibrar ante la vida, pero es fundamentalmente ambivalente: podría llevarnos tanto al bien y al amor al bien, como a su contrario; podría reforzar en nosotros la tendencia autorreferencial o aquella más abierta hacia el otro. No tiene inscrito en sí un objetivo concreto”.
“Por otra parte, si la identidad (o el propio yo ideal, la propia vocación) no inspira la sensibilidad o pretende prescindir de ella, es solo teoría y veleidad, como un ideal no suficientemente amado ni deseado, mientras que la sensibilidad (sentimientos, impulsos, emociones) es en la práctica ignorada o infravalorada o temida. Si, en cambio, es la sensibilidad, a su vez, la que pretende afirmarse sin inspirarse en la identidad de la persona y sin conformarse a ella, corre el riesgo, al no tener una norma, de convertirse en algo salvaje y puramente instintivo, siendo tal vez espontánea, pero en absoluto libre, como hemos recordado anteriormente.
“Podría decirse que los sentidos, las sensaciones, las emociones y, en parte, los sentimientos, expresan la sensibilidad en su fase reactiva. Mientras que los sentimientos y, después, los deseos, los pensamientos, los criterios de evaluación y decisión, y aún más los afectos y las pasiones, manifiestan la sensibilidad como fuerza proactiva, que discierne y decide».
Lectura más que recomendada para cuantos quieran acompañar a esta juventud que entiende bien las razones del corazón.
Incorporamos aquí algunos videos publicados ya en youtube y que explican con mayor profundidad estas temáticas.
Juan Carlos de la Riva
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