Un día después de la celebración americana de Acción de Gracias, se viene celebrando desde hace varios años el Black Friday, un acontecimiento comercial originado en Estados Unidos y que a día de hoy se ha extendido por numerosos países occidentales incluyendo a España, dónde la promoción es un verdadero éxito en ventas en nuestro país. La “celebración” de este tipo de rebajas ya sean las del Viernes Negro o las tradicionales rebajas de verano y navidad, ocasionan las repetidas imágenes que salen en los medios que seguramente todos habremos visto: gente agolpándose en grandes centros comerciales por conseguir ese producto, el que quieren. Único, aunque sólo esté rebajado mínimamente.
Somos engañados. Así de claro. Nos hacen creer, muchas veces a través de la publicidad u otras veces por personas cercanas, que por tener en posesión un producto vamos a alcanzar la felicidad (se me viene la cabeza un famoso refresco que une el consumo de este al sentimiento o estado de felicidad con el único objetivo del consumo).
En clave cristiana podemos y debemos analizar, profundizar y trabajar en este desafío que es el consumismo, un fenómeno que afecta, además de a las propias personas, al medio ambiente, a la Tierra, que como nos dice Francisco en «Laudato Si» es nuestra casa común. También nos deberíamos preguntar ¿y si dejo de comprar esto y doy esa cantidad a un necesitado?
Por Javier Gregorio @javiergregorio_