Hace ya años, el teólogo alemán J. B. Metz planteó la mística de los ojos abiertos. La concreción de fidelidad a la realidad y atención al misterio de quien fue asesor del Consejo Pontificio para el Diálogo con los No creyentes me parece de plena actualidad por dos razones relevantes: la primera, porque encaja perfectamente en un nuevo momento eclesial donde se enfatiza la necesidad de reformar (EG 30) y en una metodología de discernimiento que comienza subrayando el verbo reconocer (EG 51); la segunda, porque creo es hoy condición sine qua non para que la Iglesia como institución pueda ayudar y ser respuesta tanto para los que se consideran parte de ella como para los que, cada vez más numerosos, se sienten alejados.
Profundicemos a continuación la siguiente tesis formulada por J. S. Metz in situ, es decir, en escuelas, residencias universitarias, colegios mayores, universidades, proyectos sociales… en todos los lugares donde se lleve a cabo pastoral educativa: «Ciertamente, los cristianos deben ser místicos, pero no exclusivamente en el sentido de una experiencia individual espiritual, sino en el de una experiencia de solidaridad espiritual. Han de ser “místicos de ojos abiertos”».
«Estar» entre los adolescentes y los jóvenes en las plataformas educativas precisa, por parte de quienes deseen situarse apostólicamente en ellas, de una mística de los ojos abiertos y de una experiencia de solidaridad espiritual. ¿Para qué? Entre otras cosas, para potenciar que los jóvenes puedan ser protagonistas del cambio que está demandando la pastoral educativa en particular y la evangelización en general. ¿Recordamos aquella vigilia celebrada en la Jornada Mundial de la Juventud de Brasil en la que el papa Francisco, al inicio de su ministerio, pedía a los jóvenes congregados que fuesen «protagonistas del cambio»? El pontífice ha seguido sensibilizando desde entonces a favor de ello y en el reciente Sínodo de Obispos sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional se ha enfatizado.
Desde las citadas mística de los ojos abiertos y experiencia de solidaridad espiritual, con humildad y capaces de empatía, quienes realizamos un servicio en la pastoral educativa estamos invitados a realizar apuestas más o menos arriesgadas a través de las cuales los jóvenes se conviertan en líderes evangelizadores que se tiendan la mano entre ellos y alcancen a estrecharla con los indiferentes.
Esta mística y esta experiencia puede desvelarnos tres ámbitos privilegiados para que dicho protagonismo de los jóvenes sea un acierto:
- Ámbito digital. Busquemos a jóvenes potencialmente aptos para realizar una pastoral de la proximidad en la cultura digital. Hoy en día, por razones diversas entre las que se incluye su viabilidad, todos los centros educativos están realizando apuestas fuertes para ser visibles e interactuar con otros a través de las redes sociales, ¿tiene cabida algún/a joven en el apartado de la pastoral? El acompañamiento y la formación necesaria no deben ser obstáculos para incluirlo/a. ¿Incluimos algún/a joven en la apuesta?
- Ámbito lúdico. En la vida de un centro escolar tienen gran importancia todo tipo de actividades extraescolares, los viajes que se realizan, las fiestas propias de su identidad… Por lo general, se detecta la posibilidad de un mayor diálogo e interacción con los destinatarios en los previos y en las posteriores evaluaciones. Sin lugar a dudas es uno de los ámbitos que demandan prácticas reales de discernimiento en común. ¿Incluimos algún/a joven en los discernimientos en común que realizamos en el desempeño de la tarea evangelizadora?
- Ámbito litúrgico. Mensajes cercanos a través de la Palabra de Dios que ayuden e iluminen la realidad de los jóvenes, sensibilidad y gusto para preparar celebraciones religiosas que sean experiencias gozosas en sí mismas, cuidar la espiritualidad en todos los detalles posibles que intervengan en la comunicación… ¿Quién no lo desearía? ¿Es posible lograrlo sin la participación activa de jóvenes que nos introduzca en las diferentes culturas juveniles?
El acierto pastoral en estos ámbitos es crucial para la reforma misionera impulsada por el papa Francisco. La pastoral juvenil en las diferentes plataformas educativas es un ecosistema que para dar vida requiere de muchas condiciones, pero, sobre todo, de opciones discernidas en lo local y apuestas reales. Junto a la opción por los jóvenes como protagonistas del cambio, algo parece obvio: si personal e institucionalmente no hay retorno al Evangelio no aparecerán caminos de futuro… estructuras y planificaciones acabarán descafeinándose o agotándose. Refiriéndose al mundo educativo, el documento de trabajo de los padres sinodales, a la vez que agradece el valioso servicio que ofrecen todas las personas implicadas en el proceso educativo, invita a una «conversión sistémica» a través de la cual se contemple como una tarea de especial importancia el acompañamiento espiritual de los educandos (cf. IL 148). ¿Y si los acompañamos tomándolo y tomándolos en serio?
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RPJ nº 534 – febrero 2019 -Estar entre jóvenes en la pastoral educativa – Alicia Ruiz López de Soria
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