ESCUCHA LA VIDA Y CANTA RPJ 558 Descarga aquí el artículo en PDF
Comunidad Monasterio de la Santísima Trinidad Suesa
La historia de cada persona, la vida de cualquiera de nosotros, está vertebrada por músicas y canciones que hemos ido escuchando desde pequeños, en casa, en el cole, con amigos… Así como poseemos un álbum de fotos, algo tan visual, igualmente tenemos nuestro álbum musical personalizado. Los momentos que han ido dando consistencia a quienes somos ahora, a las personas en las que nos hemos convertido, están acompañados por música. Seguramente puedes recordar la canción que te cantaba tu madre cuando eras pequeña, o esa que coreabas a voz en grito con tus amigas, imitando a quien la cantaba, bailando a su ritmo. En realidad, si lo piensas, esas canciones están vinculadas a personas concretas con las que ha habido, o hay, una relación especial, cercana, íntima. De hecho, si traes a tu mente a una persona muy cercana a ti, sin demasiado esfuerzo, probablemente podrás vincularla con una canción concreta, o una artista determinada.
La historia de la relación con Dios también está acompañada de música. No sé en qué momento de tu vida tomaste contacto con la fe, cuándo comenzó tu relación personal con ese Dios que canta en tu corazón. Sea como sea, seguramente esta relación, como las demás, está vinculada a canciones concretas con las que has podido llegar a espacios a los que no era posible llegar solo con la palabra. Si orar no es más que relacionarse con Dios, la oración implica música. De hecho, la música predispone al encuentro con Aquel que te regala la vida.
La historia de la relación con Dios también está acompañada de música
En la Biblia se habla de la música ya en el primer libro, en el Génesis, y bien pronto, en el capítulo cuatro. Explícitamente se habla de Yubal (Gn 4,21) que, según el texto, es el padre de quienes tocan instrumentos de viento y de cuerda. En la Biblia hay música desde el principio, antes de que el ser humano invoque el nombre de Dios, lo cual sucederá unos versículos más adelante (Gn 4,26). A partir de aquí podríamos citar miles de textos que atraviesan la Biblia de la mano de la música. El libro de los Salmos es en realidad un cantoral, las letras de 150 canciones. Son textos que están pensados para ser cantados y que, por lo tanto, llevan música. Y de la Biblia podemos saltar a todo el camino recorrido por la Iglesia, que siempre ha cantado.
Pero fuera de este contexto, en realidad, mucha de la música que nos ha ido despertando al encuentro con Dios, no está relacionada con canciones explícitamente religiosas. El poder de la música va más allá. Ya lo decíamos más arriba: la música está antes de nuestra capacidad de invocar el nombre de Dios, al menos de una manera consciente. En este repertorio, dudo que los autores hayan querido expresar su relación con Dios. Lo que pasa es que la música nos trasciende, no la podemos atrapar. Atraviesa elegantemente todas esas barreras interiores que nos colocamos, esa pretensión de querer entenderlo y analizarlo todo, y nos permite atisbar, acariciar, aquello que no conocemos, aquello no tangible, que no pueden expresar las palabras, pero que nos lleva a la consistencia, a la raíz de lo humano. La música es capaz de llevarnos a acariciar la eternidad, que no es un tiempo futuro sino un espacio presente, fuera del tiempo, donde nos encontramos en la plenitud de Dios abiertamente.
Cuando hablamos de relaciones estamos implicando un montón de sentimientos humanos: la búsqueda, el desconcierto, el miedo, el vértigo, y, por supuesto, el enamoramiento. Porque si afirmamos, y experimentamos, que Dios es amor, que nos envuelve su amor, cualquier canción que cante al amor nos lleva a Dios, ¿no te parece?
Te dejamos unas cuantas canciones que pueden ayudar a expresar esa relación, que pueden ayudarte a orar, a ponerte en la presencia de Dios. Tan solo con ellas podrías dedicar un rato para orar, acompasadas por el silencio que permite que todo lo que vayas experimentando pose y se enraíce.
Por ejemplo, para caldear el corazón y abrirte a una dimensión más profunda, te propongo comenzar con Mira dentro, de Maldita Nerea (https://www.youtube.com/watch?v=pQ1D5ICleIE):
Déjame tu puerta bien abierta,
para cuando quiera volver.
Cuídame que el frío siempre acierta
y si algo no marcha bien solo te buscaré.
Una vez que hayas conseguido una cierta actitud de reposo puedes dejar que tu interior se expanda al ritmo de la sinceridad que expresa Rosana en Descubriéndote (https://www.youtube.com/watch?v=xIcpw9Rjtrw):
Te imagino y la soledad se me llena de ti
y no es fácil poder decir lo que llego a sentir.
Acogiendo la calma y el silencio que regala la música escuchada, puedes pedir a Dios que te llene de esa alegría, de esa primavera que es sinceridad y libertad, Luz que nunca se apaga, como canta Funambulista en Esa luz (https://www.youtube.com/watch?v=W1d11IN1d8s):
Como esa luz
que se va apagando lenta en el sur, la luz
esa que nunca se apaga si vienes tú.